¡La contracultura mexicana tomó relevancia con El gallito inglés! La publicación fue, hasta 2001, una revista de historieta miscelánea de origen mexicano conocida principalmente por su mezcla de estilos que van desde la novela negra, la ciencia ficción hasta el cómic erótico acompañado de textos sobre rock, arte, cine y cultura en general.
Terminaron llenando 60 números, pero comenzaron alojados en la posada de la marginalidad y El último canto del gallo es un relato, a manera de memoria colectiva, de la experiencia de editar la revista.
El último canto del gallo, primera de las cinco partes que forman el proyecto, se siente muy cercano a la oposición de los valores hegemónicos que gobernó la publicación desde su nacimiento en 1992. Estas memorias observadoras, enojadas y convincentes hablan de una industria repetitiva e insensible y el efecto en las personas que las mantuvieron en funcionamiento.
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Abren con una serie de viñetas de Tu muerte ambientadas en la ciudad oscura, con el característico uso del negro y el blanco que indica que la narración involucra un asunto policíaco que le transfiere una carencia de moralidad.
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«La novela gráfica es una exploración deprimente, pero de una sorprendente y soberbia manera de contar una historia…»
Créditos: Carlos Priego@Dibbuks @MalpasoyCia https://t.co/d7UvOp7P1a
— Fusilerías (@fusilerias) May 4, 2024
Desearía que estuvieras aquí, de Ricardo Camacho, presenta la historia de una protagonista fragmentada que se enfrenta a una lucha interior motivada por el deseo. Camacho construye su mundo con un naturalismo inmersivo y sin prisas. Su protagonista encorvada y embriagada por las notas de Pink Floyd antes del amanecer para ver un dúo de guerreros debatirse en la semioscuridad.
El huerto, de Roberto González, con un estilo de ilustración moderno construye un sujeto lírico, consciente de su mortalidad y atrapado en el paradójico impulso de experimentar el amor, a la vez que desea trascender su propio cuerpo mientras se dirige a un dios inefable para trasladarle su deseo de comunicación o de afecto, pero también sus inquietudes y reproches.
Estas escenas están llenas de vida y muchas de ellas fueron una excelente evocación de una serie más larga. Pero el peligro y la oscuridad acecharon. Durante los nueve años de vida de la revista, la falta de remuneración provocó que varios de sus colaboradores renunciaran al proyecto.
Ambientada poco más de una década después de que dejó de publicarse, esta historia de El gallito inglés, que rescató viñetas de varios de sus números publicados, explora las reacciones a pequeña escala ante la labor del cómic y su intención de cambiar el panorama de la narrativa gráfica mexicana de finales del siglo pasado.
El ilustrador mexicano José Quintero hace un recuento —a manera de prólogo— sobre cómo evolucionó el proyecto-homenaje a la icónica revista. Con énfasis en el lugar, la intención y las caras, El último canto del gallo recuerda a una de las mejores épocas de la historieta contracultural mexicana y los diseños recargados dan una sensación de documental portátil.
Hay un realismo áspero en las ilustraciones y los colores —que aparecen en 16 de sus 80 páginas— trasmiten un mundo a la vez brillante y desgastado. Una excelente adicción a la tradición de la narrativa gráfica underground nacional que muestra los problemas del mundo para pintar un mejor panorama actual.