Haiku siberiano Jurga Vilé Lina Itagaki Lituania

‘Haiku siberiano’, de Jurga Vilé y Lina Itagaki: El oscuro pasado de Lituania

Rico en detalles, este premiado debut explora el tema del exilio y la supervivencia a través de una perspectiva lateral

En 2018 la escritora Jurga Vilé y la ilustradora Lina Itagaki ganaron el Premio Nacional de Literatura Infantil 2018 en Lituania por su primera novela gráfica Haiku siberiano y por fin lo tenemos en español traducido por Jordana González-Jonkus. Sin embargo, van unas palabras de advertencia, este es un libro que exige —y recompensa— mucha atención.

Tuve que leerlo dos veces antes de darme cuenta todo lo que estaba pasando en algunas de sus páginas y sólo después de estudiar las excelentes viñetas de Itagaki me quedaron claras algunas cosas.Haiku siberiano Jurga Vilé Lina Itagaki Lituania

Si la historia que cuenta es universal —el desplazamiento humano producido por la guerra o la violencia en general y de manera particular la de los lituanos enviados a Siberia incluyendo a su padre y abuelos—, su magnífica riqueza nace de la evasión: huye del realismo histórico y de la reconstrucción rigurosa de los hechos, y narra una historia cuyo tono está más próximo al humor, la poesía, la dulzura y la imaginación sin dejar de lado la narración sobre el desplazamiento y el trabajo forzado.

Planteado como una historia narrada in medias res, Haiku Siberiano cuenta las memorias de Algiukas Korys mientras se traslada de Siberia a Lituania en el “Tren de los huérfanos”. A diferencia del convoy que los llevó a Rusia, en este tren los pasajeros —todos ellos niños— viajan “como humanos”, anota, pero se trasladan sin sus familiares. En cierto modo los dos viajes no podrían ser más diferentes.

Mientras que la llegada a Siberia representó ocupar un tren a oscuras, con una única ventana y apenas espacio para permanecer sentado (probablemente un tren de ganado) la segunda expedición, cuyos antecedentes son menos convencionales, todavía tiene una vena de esperanza.

Pero ambos traslados recuerdan los viejos tiempos, cuando el pueblo lituano fue desplazado de los grandes contingentes humanos a zonas remotas y de difícil supervivencia. Mientras cuenta su historia, Algiukas —padre de Jurga Vilé— es dolorosamente consciente de su privilegio.Haiku siberiano Jurga Vilé Lina Itagaki Lituania

No se trata sólo de tener libertad de regresar a su país: como muchos de los niños que lo acompañan, Algiukas se benefició de todos los amigos y familiares que perdieron la vida durante el exilio (en la historia el recuerdo de esas personas acompaña al narrador en forma de ánimas, “veo fantasmas. Solo Dalia y yo los vemos. Quizá los otros también, pero no lo dicen”, sentencia Algiukas).

El uso que hace Itagaki del collage maridado con una paleta de colores vintage —en la que resaltan el rosa apagado, gris rosáceo, naranja natural, amarillo claro, gris pardo, lavanda suave, verde oscuro— es extraordinario, pero lo que distingue a este exquisito libro son sus ilustraciones, tan profundamente atmosféricas y tan desmesuradamente hermosas.

Itagaki es una hábil caricaturista que puede hacer mucho con una nariz o un pómulo. Pero esto no es nada comprado con la forma en que incorpora diferentes formas visuales en su narrativa convirtiéndola, casi como un museo, en un exuberante conjunto que involucra viñeta, tinte de libro ilustrado, álbum ilustrado e incluso un ligero coqueteo con el facsimilar: recomiendo poner mucha atención en las cartas que Algiukas envía a sus familiares.Haiku siberiano Jurga Vilé Lina Itagaki Lituania

Parece que no hay algo que Lina Itagaki no pueda hacer con una hoja y su pincel. El resultado es cálido: hay pintorescas casas de los pueblos de Lituania, campos de concentración desde la perspectiva del protagonista y su familia, quienes tienen que pasar por esa horrible experiencia para finalmente sobrevivir —y gracias a la ingenuidad del protagonista, sin perder parte de su humanidad en el proceso—, inmaculados árboles de croissants —el narrador usa la fantasía para justificar la realidad del momento—, los prisioneros japoneses, los haikus, los malvados soldados rusos, los perros feroces y, lo más vívido de todo, los niños y sus padres prisioneros con sus espaldas encorvadas y sus caras suaves.

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En un cómic relativamente corto, maneja el tiempo de manera brillante: la narración comienza con el viaje de vuelta a Lituania y —a partir del recurso del flashback— regresa al momento en el que la familia de Algiukas, junto con muchas otras, fueron detenidas, enviadas a Rusia y obligadas a trabajar.

La cultura popular actualmente está poblada de representaciones de la memoria de la guerra una obsesión que nace, tal vez, de mirar al cómic como un medio de recuperación de la memoria histórica y como una herramienta que permite una representación fidedigna del pasado y es accesible para el gran público.Haiku siberiano Jurga Vilé Lina Itagaki Lituania

Creo que el volumen de Vilé e Itagaki habla de este estado de ánimo, me pregunto si la tradición del cómic se puede convertir en un respaldo de la tradición de la memoria oral. Pero también es una historia tierna e íntima, en la que el amor y la imaginación, largamente reprimidos, brotan como surgidos de la nada.

Me encanta la forma en la que narra el protagonista de Vilé, así como sus observaciones tan inefablemente simpáticas y su discurso siempre tan ingenuo, y también me encanta la forma del dibujo de Itagaki: los detalles suficientes en cada cuadro para trasmitir el carácter, el estado de ánimo, el peligro inminente (todo está ahí).

Puede ser hilarante y si estás cansado por la moda actual en otras partes del mundo literario por las autobiografías de la guerra, apenas disfrazadas, entonces yo pienso que esta pequeña obra maestra de la experiencia de un niño puede ser para ti.

Haiku Siberiano es una publicación de Impedimenta ($465.00)

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