El proceso creativo para componer una canción comienza con una frase, una idea simple que anotas en una servilleta, en una pantalla o simplemente da vueltas en tu cabeza todo el tiempo, asegura Julieta Venegas.
«Quizá la frase viene acompañada de una melodía y si reaparece con insistencia estás a punto de escribir una canción«, añade la cantante mexicana.
«Muchas canciones naces sin querer en papelitos regados por toda la casa; son piezas que arrancan como algo imposible, pequeños poemas que exhiben una tristeza contenida o una felicidad desbordante».
En un ensayo publicado en la revista electrónica《Periódico de poesía》, de la UNAM, Venegas recuerda la anécdota de Alicia Juárez, última pareja de José Alfredo Jiménez, quien expresó su deseo al cantante de que sacara de su repertorio la canción «Paloma querida», compuesta para su primera esposa.
«Más allá de lo que yo pueda pensar sobre los celos, no me parece excesiva la demanda de Alicia, porque escribir es recordar y las anécdotas pueden estar guardadas en la semilla de una canción».
En el texto titulado «Hacer canciones», Julieta Venegas precisa: «Aunque pase el tiempo y se olvide por qué ha sido escrita (una canción), queda algo vivo ahí, algo que se despierta cada vez que esa canción es cantada».
La intérprete tijuanense asegura que componer canciones tiene «cualidades terapéuticas» y la primera idea puede surgir cuando se lee un libro, se ve una película o cuando vas al supermercado.
Al exponer la diferencia entre canción y poema, señala que este último «se sostiene solo», es decir, «su lenguaje es el principio y el lugar donde se encuentra contigo y con el mundo, porque las palabras son en sí mismas mito y oración».
«La cosa cambia cuando acercas el lenguaje a la melodía. Palabra y melodía son los complementos exactos y vitales de una canción, pero tanto en los poemas como en las canciones, palabra y melodía se encuentran en una dimensión donde, a su vez, poseen y proponen un uso distinto al lenguaje cotidiano».
Recuerda que interpretar una canción «activa aquello que permaneció oculto en nosotros, mucho después de que la experiencia que le diera pie hubiera ocurrido».
En ese contexto, añade, lenguaje y melodía «tienen otro peso porque despiertan sensaciones distintas al repetirse y entrelazarse en el tiempo que dura la canción.
«Cuando alzamos las manos y entrecerramos los ojos logramos olvidar por un momento que allá afuera nuestras diferencias se cristalizan y nuestros deseos se oponen», pero todo eso desaparece cuando todos cantamos la misma canción en la sala de la casa o en un concierto.
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Y acá mis libros favoritos de esta primera mitad del año ?Recomienden los suyos ¿sí? pic.twitter.com/sJe530ctfa
— Julieta Venegas (@julietav) July 1, 2021