Luego de 30 años de escuchar los discos de Iron Maiden, me creo con algún derecho para opinar con poquísima simpatía de su nuevo disco. La llegada a mis manos del legendario The Number of the Beast (1982) ─en formato LP, tan gastado como un papiro─ me abrió una dimensión sonora que aún hoy alimenta mis ilusiones y pesadillas.
Y es que luego de casi 50 años de carrera en una de las industrias más caprichosas del entretenimiento, Iron Maiden entregó su nuevo disco, Senjutsu (2021). Como sucede con las bandas de gran trayectoria (Kiss, Metallica, AC/DC…), los discos más recientes generan sensaciones encontradas. Los seguidores históricos oscilan entre la aceptación plena o el rechazo visceral, en tanto que los recién llegados pueden escuchar sin la carga del pasado.
The Book of Souls (2015), el disco anterior de Iron Maiden, no generó el entusiasmo esperado y el caso de Senjutsu es idéntico. Profusión no significa solvencia. Son demasiadas canciones largas (casi diez minutos de duración), todas muy parecidas, si bien con el sello lírico de balada al que se han orientado con la esperanza de acercar el heavy metal al escucha promedio.
La producción es impecable, pero apenas logra algún pico de sorpresa. ¿El resultado? Una caída en espiral, temo decirlo.
Azorado, me hice de algunas impresiones de otros seguidores históricos, antes de redactar mi nota. La sensación es la misma: Senjutsu será otra entrega en la historia de la banda y no entrará en la hilera de sus títulos indispensables. No llega ese instante providencial que hace despertar al oyente. Lo escuché como un ciego que busca una figura reconocible para orientarse en un paisaje de bruma. Me perdí en largas veredas y los culpo de mi extravío.
Destella la voz intacta de Bruce Dickinson, la dirección artística de Steve Harris y la batería discreta de Nicko McBrain. Todo ello alrededor de un acto cerebral en el que antes se evalúa la opinión de la prensa y la respuesta del mercado, al posible hallazgo de un sonido chispeante. Senjutsu es un disco tenue, plano y controlado. No hay siquiera un destello de búsqueda, sino la repetición de la fórmula que se ha vuelto icónica, incluso para los conciertos, en los que esas canciones largas permiten el juego de luces, la aparición de Eddie y el conjunto de elementos que hicieron de ellos una banda de primer orden. Más de lo mismo.
La hora y veinte minutos que dura el disco de Iron Maiden, se atraviesa con la respiración suspendida, a la espera de un quiebre que nos confirme que la banda (que ya parece retrato de familia, ¡son seis integrantes!), aún recuerda cómo crear un heavy metal inspirador para este siglo. Esto no sucede, una y otra vez, no sucede.
Senjutsu es una entrega que tiene lo mejor y lo peor de Iron Maiden. Son ellos, pero de un modo apático y remoto. No será nada más que otro episodio en la historia de una banda que no sabe nada más que triunfar. Y eso duele.
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It’s been a week since Senjutsu was released and we need to take a moment to say a massive THANK YOU to our fans, who are the greatest and most loyal in the world. We have loved reading your comments about the record, the artwork and your favourite tracks and moments. pic.twitter.com/4BqArYmdPC
— Iron Maiden (@IronMaiden) September 10, 2021