Desde 1993, la artista visual y fotógrafa Lourdes Almeida se ha dedicado a investigar su genealogía. Deseaba saber más de las mujeres y hombres que conforman su ascendencia y en esa ardua labor logró deshebrar el hilo hasta cuatro siglos atrás. Todo con un solo propósito: tratar de comprender de dónde provienen las diferentes violencias que, generación tras generación, han padecido las mujeres en su familia.
Durante todo este tiempo ha logrado recopilar fotografías del archivo familiar, documentos e incluso indumentaria de sus abuelas. Todos son fragmentos valiosos de este rompecabezas ominoso que poco a poco comenzaba a tomar forma. Para 2018, Almeida (1952) sumó una pieza más: se enteró de que su madre, al igual que su abuela y ella misma, había sido abusada sexualmente. Las tres unidas por la misma agresión.
“Yo sufrí abuso de niña, pero nunca supe que mi mamá había sufrido lo mismo. Hasta que una prima me contó que ella y mi mamá, abandonadas en un rancho, porque sus familias tuvieron que irse a Europa, habían sido abusadas por el abuelo”, relata en entrevista Almeida, quien a partir de entonces decidió preparar la exposición Alias vitas. Mi linaje femenino, que actualmente se presenta en el Museo Archivo de la Fotografía (MAF) en Ciudad de México.
Conformada por 52 obras, entre fotografía directa y construida, arte-objeto, libros, creaciones de arte textil, ropa e imágenes de archivo, la exhibición indaga en la violencia intrafamiliar y confronta al espectador con las agresiones que padecen las mujeres en todo el país.
“Tuve una regresión a ese abuso de mi infancia que yo creía superado. Además, sentí una rabia inmensa, porque los psiquiatras decían que la esquizofrenia que padecía mi mamá no tenía relación con los abusos que vivió de niña. Ellos dicen que no, pero ahora sabemos que no es cierto. En este contexto, necesitaba saber por qué abusaban de ellas. Yo no puedo contar la historia de mis primas ni de mis tías, solamente la mía, la de mi mamá y la de mi abuela.
“¿Por qué digo que a mi abuela la violaron? Ella, de viejita, a los 90 años, se escondía cuando llegaban sus nietos a verla. Se encerraba a capa y espada y decía que esos hombres la venían a violar. Me tomó tiempo comprender que no era senilidad, sino el trauma de una violencia que mi abuela había sufrido. En todo esto indaga mi proyecto, pero como tú ves es muy sutil, no es agresivo. Tienes que meterte un poco más para entender de qué violencias hablo.”
Hurgando en el pasado de Lourdes Almeida…
En Alias vitas (en latín Otras vidas), Almeida sólo muestra su linaje femenino. Es a partir de ellas que reconstruye su pasado. En una de las piezas, un árbol genealógico, ha colocado las fotografías de su madre, sus tías y sus abuelas. En el caso de las tatarabuelas y las abuelas de éstas, ha echado mano de la inteligencia artificial para poder perfilar esos rostros con la ayuda de los retratos de sus descendientes.
“No hay ninguna viva, todas están muertas”, dice, mientras señala a su abuela paterna: “Era un ogro. Una señora que nunca me dio ni un abrazo ni un beso. Después de bordar su imagen y de hacer todo esto, ya hasta me cae bien.”
En otra obra utiliza las blusas de sus abuelas, sobre las cuales bordó los retratos de sus tías. En el caso de la abuela materna, quedó viuda muy joven: “Su propósito en la vida siempre fue casar a sus diez hijas. De esas diez hermanas, la más chiquita era mi mamá; fue la que más sufrió, porque vivió abandonada. Como la abuela quería que ‘volaran’, decidí bordar los rostros de mis tías a lo largo de las mangas de su blusa”.
Caso contrario fue el de la abuela paterna: “Ella no dejó que se casaran sus hijas, siempre las quiso tener en sus faldas, por eso muestro sus retratos debajo de la indumentaria”.
Y rememora: “A mis tías no las dejaron hacer su vida a pesar de que tuvieron pretendientes. Hubo una que ya con su ajuar de novia, la abuela no le dio permiso de casarse. Eso para mí es violencia. Y es que hay muchas formas de violencia, la de mi abuela paterna fue esa religiosidad extrema que hizo sufrir mucho a sus hijas”.
Y la pregunta inicial vuelve a revolotear en la cabeza de Almeida: “¿De dónde viene la violencia intrafamiliar? Aunque sabemos que en el siglo XIX se vivían otros tiempos, el XX no se quedó atrás. Y ahora el XXI está generando muchas violencias y dividiendo a los hombres y mujeres cuando eso no debería existir.
“Cuando era niña, en mi casa me decían que la mujer no se toca ni con el pétalo de una rosa. Era mentira, porque sí que se tocaba. También nos decían que las mujeres debíamos casarnos de blanco y ser puras. Cuando cumplíamos 15 años nos contábamos el cuento de que éramos las princesas y después que seríamos las reinas. Todo era mentira.
“Por un lado, te decían todo eso; por el otro, sufrías una serie de maltratos que no tenían nada que ver con princesas ni reinas. No quiero decir que a todas les haya pasado, pero a muchas mujeres, y al menos en mi familia, sí les pasó.”
Luego, una reflexión de Almeida, quien en 2023 obtuvo la Medalla Bellas Artes: “Muchas veces las mujeres estuvieron muy frustradas y madres frustradas educan hijos violentos, esa es la conclusión a la que he llegado. En mi familia hubo gente muy violenta. Tenía un bisabuelo, por ejemplo, al que todos temían; yo creo que la que sufrió mucho de frustración fue su madre”.
A decir de Almeida, este malestar familiar continúa en las siguientes generaciones, porque así como pasa con los rasgos físicos, también “se heredan las emociones”. Se explica: “Puede ser que mucha gente no lo crea, pero así es. Si en tu familia hubo violencia, ésta se hereda. Está en tu inconsciente. Y de repente pasan situaciones en las que surge sin que nos demos cuenta. Se hereda algo espantoso que es el abuso en las diferentes formas en que podamos entenderlo”.
Añade: “Si mi madre sufrió abuso, alguna de sus hijas lo sufrió también, como yo. Mis nietas también lo sufren. Es algo que se tiene que platicar para tratar de romper esa violencia. No siempre se logra, pero ese es el propósito de que haga esta exposición”.
De hecho, una de las piezas muestra dos fotografías del rostro herido de una de sus nietas. Su novio la golpeó. La
Últimos días de exhibición de la exposición temporal “Alias vitas. Mi linaje femenino”, de Lourdes Almeida.
Hasta el 15 de febrero de 2025. No te la pierdas.
Sala Nacho López, interior del Ex convento de San Francisco, #Pachuca #Hidalgo. #INAH #SINAFO#FototecaNacional pic.twitter.com/iJ05xjztyM— Fototeca Nacional (@FototecaINAH) February 14, 2025
tercera imagen que conforma esta obra es una calavera, que sugiere que una pelea puede acabar incluso en la muerte.
…para encontrar la sanación
Una pieza más muestra un par de imágenes de una histerectomía que le hicieron a Almeida en los años 90. “Esta soy yo. Te abren y te extirpan el útero. Duele mucho. Yo hice esta pieza, porque después me di cuenta de que se pudo haber evitado. Ahora se hace esta misma cirugía con un método que se llama laparoscopia, que no requiere incisiones. Las mujeres sufrimos menos”. Es lo que se conoce como violencia quirúrgica.
“El señor con el que vivía en ese entonces, el padre de mis hijos, me preguntó: ‘Oye ¿qué se siente ya no ser mujer?’ Le respondí: ‘¿Cómo que ya no soy mujer?’. Existe la terrible idea de que cuando las mujeres no pueden tener hijos dejan de ser mujeres”.
—En esta investigación de su genealogía ha habido mucho dolor, pero ¿encontró sanación?
—Por supuesto y sobre todo al bordar. El bordado y la fotografía son elementos que me sirvieron de catarsis. Bordar es como una meditación; fui entendiendo y tratando de explicarme cómo fue la vida de mis familiares. Al entender, perdonas. Digo, hasta mi abuela, que era tan hosca, ya me cae bien, o al menos trato de entenderla.
La exposición convive con tres piezas de la Manta de Curación o Patchwork Healing Blanket, proyecto colectivo mundial que con cuadros de tela bordados e intervenidos se exige un alto a la violencia de género.
Alias vitas se podrá visitar hasta el domingo 8 de junio en el Museo Archivo de la Fotografía, en República de Guatemala 34 (atrás de la Catedral) en el Centro Histórico de Ciudad de México.