En el undécimo año desde que Luis Donaldo Colosio Murrieta comenzó un constante intercambio epistolar con Luis Colosio Fernández, su padre, escribió una carta, indignado: “la semana pasada fui con unos amigos a un pueblo que queda a 200 km de Viena. El nombre del pueblo es Mouthousem y la atracción (tristemente célebre, por cierto) es la existencia de lo que fuera un campo de concentración alemán: el gobierno austriaco lo conserva como monumento a los ahí asesinados (más de 500 mil personas) y como un recordatorio a la humanidad del hombre para con sus semejantes”.
En el volumen comentado no aparece la réplica que Colosio Fernández envió a su hijo y no se puede saber cuál efecto surtió en él. Tras su breve aventura europea Luis Donaldo regresó a México y fue invitado a impartir cátedra en diferentes instituciones educativas, luego colaboró en la Secretaría de Programación y presupuestos y, un año más tarde, se incorporó al trabajo político en el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Lo fascinante y lo valioso es lo que la carta revela de la personalidad del que fue, durante poco menos de una década, una esperanza de transformación para México que quedó truncada. Esta carta y muchas más, junto con documentos y fotografías que en su momento fueron inéditos de sus años en la universidad y su temprana experiencia laboral son publicadas en un libro titulado Las cartas de Colosio. 30 aniversario.
El retrato del Político que emerge del libro es el de un individuo tremendamente generoso, de un revolucionario que no dejó de preocuparse por la justicia y de un ser humano que nunca dejó de sufrir por la falta de paz y oportunidades.
Hay varios episodios destacados de la vida del hombre que en 1993 fue nombrado candidato del PRI a la Presidencia de la República: uno, la muerte de su abuela paterna; otro, su visita a Tabasco donde conoció los discursos de Carlos Madrazo y en los cuales inspiró su inmortal frase pronunciada en el Monumento a la Revolución: “Veo un México con hambre y sed de justicia”; uno más, los registros de sus lecturas: Taylor Caldwell, Mariano Azuela, Hemingway o la revista Siempre!
“Al parecer JLP la agarró enserio”, escribió Colosio a su padre el 5 de mayo de 1978. “Me da mucho gusto que esté tomando esta clase de medidas. Desgraciadamente, medidas como estas (de carácter parcial) es como querer tapar el sol con un dedo. La corrupción está tan adentrada en nuestro sistema, que honestidad es lo que se extraña. Sin embargo, cualquier medida por pequeña que sea, dirige a subsanar las llagas, es de aplaudirse”.
Colosio escribió esto desde Austria. Muestra su postura sobre el cese y detención de Fausto Cantú Peña, quien fue director del Instituto Mexicano del Café y acusado de corrupción y contrabando. Colosio estaba consciente y contra la corrupción que por décadas se practicaba en las esferas del gobierno del país. La veía como un cáncer del que se hacía poco por combatir.
No perdió el optimismo. Desde 1974, cuando se mudó a Pittsburgh, Pensilvania, para estudiar una carrera de Desarrollo Regional, le pedía por correo a su padre periódicos y ejemplares de la revista Siempre! para estar enterado de lo que sucedía en el país. En una carta más breve, explica lo sorprendido que se sintió con el caso Cantú Peña. “¿Sabías tú que fue alumno distinguido de la carrera de economía del TEC? Pero ni por esas.” Escribe el político mexicano.
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Pensar que Colosio pasó sus años de estudiante en el extranjero lamentando el triste destino de la situación mexicana sería un grave error. Las cartas muestran que Colosio era un hombre juguetón, con un gran sentido del humor y muy comprometido.
Incluso hoy las cartas recuerdan con seriedad, en las glosas que acompañan y contextualizan a cada una de ellas, el escritor Rafael Medina Martínez cuenta que el que fue director del Proyecto Estados Unidos-México de la Food Research Institute de la Universidad de Stanford, Clark W. Reynolds, veía con buenos ojos el trabajo del sonorense, “Suerte que Colosio estudia economía regional. Si puede combinar su talento técnico con su «mano izquierda» (como que tiene su padre ampliamente) podría ser otro Madrazo, pero con más éxito y ojalá con más expectativas”, escribió Reynolds en una carta fechada el 1° de mayo de 1979 donde compara a Colosio con Carlos Alberto Madrazo Becerra.
Colosio también se permitía leer libros diferentes de su carrera. Forjó un brillante interés lector por autores diversos, El abogado del diablo, de Taylor Caldwell; Antología poética, de León Felipe; los Relatos, de Ernest Heminway; y Los de abajo, de Mariano Azuela; además de Balzac, fueron autores que impresionaron al mexicano.
Colosio toda la vida fue un gran lector, de niño, en una visita que hizo al entonces presidente Adolfo López Mateos, en la Ciudad de México, impresionó a Jaime Torres Bodet, secretario de Educación, cuando le dijo que se sabía de memoria su poema Reloj.
En 1979, a su regreso de Europa, Colosio se instaló en México y concluyó su comunicación epistolar con su padre y su familia. Por su formación fue invitado a impartir clases en diversas instituciones educativas como la Universidad Nacional Autónoma de México, El Colegio de México y la Universidad Anáhuac.
Posteriormente fue invitado a colaborar en la Secretaría de Programación y Presupuesto (hoy parte de Secretaría de Hacienda y Crédito Público). Un año más tarde se incorporó al trabajo político en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y fue nombrado subdirector de Análisis para la Planeación del Centro de Estudios Políticos y Sociales (IEPES) del entonces Distrito Federal.
En 1985 fue electo diputado federal y en 1987 fue designado oficial mayor del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional y al poco tiempo Coordinador de la Campaña presidencial de Carlos Salinas de Gortari.
En 1988 se convirtió en Senador por el estado de Sonora, y en 1989 fue nombrado presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI. En 1992 fue nombrado secretario de Desarrollo Urbano y Ecología (hoy Sedesol) y el 28 de noviembre de 1993 fue nombrado candidato del PRI a la Presidencia de la República.
Las cartas de Colosio. 30 aniversario está editado por Aguilar
Hoy nos reunimos en Magdalena de Kino, la tierra que vió nacer a Luis Donaldo Colosio, en la presentación del libro “Las Cartas de Colosio” para recordar su legado con respeto, admiración y lealtad.
En él encuentro inspiración para seguir construyendo un Sonora para todas y… pic.twitter.com/WGpxsBftGx
— Alfonso Durazo (@AlfonsoDurazo) March 24, 2024
