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La guerra, vista como un motor de la historia por MacMillan

La historiadora canadiense y catedrática de Oxford plantea la necesidad de reconocer que la mujer ha reivindicado muchos derechos durante guerras

Para Margaret MacMillan (Toronto, 1943), la guerra no es una aberración, y tampoco se toma tan en serio como se debería. La historiadora canadiense y catedrática de Oxford plantea la necesidad de reconocer a los conflictos bélicos como motores determinantes de la evolución e historia humanas y de las sociedades, al grado que destaca que la mujer ha reivindicado muchos derechos durante guerras.

En su libro La guerra. Cómo nos han marcado los conflictos (Turner Noema, 2021), MacMillan expone las paradojas en las que, en la actualidad, por un lado repudiamos la violencia, pero, por el otro, hay fascinación por los héroes militares, o celebramos las batallas en series, películas y obras literarias.

La guerra, en resumen, nos ha dado forma como seres humanos y como sociedades, según el libro de MacMillan, que justo se puede  leer como una historia breve de la humanidad, que una vez más está al borde de otra conflagración global entre grandes potencias (EU, la OTAN y Rusia), ahora por la invasión militar rusa a Ucrania.

“Si aspiramos a entender nuestro mundo y cómo llegamos al momento presente de la historia, no podemos ignorar la guerra y sus efectos sobre el desarrollo del ser humano”, escribe la autora de obras monumentales como 1914. De la paz a la guerra (Turner Noema 2013) o París, 1919. Seis meses que cambiaron al mundo (Tusquets, 2005), Juegos peligrosos. Usos y abusos de la historia (Ariel, 2010).

Margaret MacMillan
La escritora Margaret MacMillan. Foto: Eduardo Suárez

“Las causas de la guerra pueden parecer absurdas e incoherentes, pero detrás de ellas suele haber disputas y tensiones mucho más profundas”, escribe MacMillan, quien justo en aquel libro sobre el inicio de la Primera Guerra Mundial, de casi 900 páginas, desglosa, aun qué propició el conflicto.

En La guerra. Cómo nos han marcado los conflictos, a partir de una serie de preguntas que va exponiendo y contestando a lo largo del volumen de 328 páginas, como si son los cambios sociales los que conllevan nuevos tipos de guerra, o bien es la guerra la que transforma la sociedad, la intelectual canadiense confronta visiones en blanco y negro del tema.

Como historiadora, encuentra “glamuroso” el estudio de la guerra, sin hacer apología, y subraya que implica preguntas acerca de lo que significa ser humano y la esencia misma de la sociedad humana. “Si no conseguimos entender el vínculo íntimo que existe entre la guerra y la sociedad humana (…) estaremos perdiendo de vista una dimensión importante de la historia del ser humano”, expone.

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MacMillan recuerda que la guerra es violencia organizada y, de hecho, quizás la actividad humana más organizada de la historia. Pone por ejemplo que para los griegos la participación en las guerras conllevaba una ampliación de los derechos y de la democracia; guardando la proporción, es como cuando Estados Unidos ofrecía la ciudadanía estadounidense a inmigrantes indocumentados si se unían al ejército durante la invasión a Irak y Afganistán a principios del milenio. O, en México, que es necesario para los jóvenes realizar su servicio militar a los 18 años para los beneficios de la ciudadanía.

Para la también autora de Las personas de la historia. Sobre la persuasión y el arte del liderazgo (Turner Noema, 2021), los Estados nación como los conocemos en la actualidad, con sus gobiernos centralizados y sus burocracias organizadas, son el producto de las guerras, y muchos de los derechos que se han conseguido fueron producto de que las voces de los miles de hombres reclutados en los ejércitos en los dos siglos anteriores, exigían a los gobernantes mayor participación en la sociedad.

No sólo eso. MacMillan también destaca en La guerra. Cómo nos han marcado los conflictos que en tiempos bélicos las mujeres han avanzado más en sus derechos, al ocupar los lugares que los hombres reclutados han abandonado en la vida civil, por ejemplo, en temas como el voto o el aborto.

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Incluso, algo tan alejado del belicismo como el arte ha producido muchas de sus mayores obras en un contexto bélico, dice la historiadora, que enumera obras como la Iliada, las sinfonías Heróica, de Ludwig van Beethoven, y Leningrado, de Dmitri Shostakovich, el Réquiem de Guerra, de Benjamín Britten, el Guernica, de Pablo Picasso, o Guerra y paz, de Lev Tolstoi, o sagas fílmicas como El señor de los anillos, de Peter Jackson, que también realizó uno de los mayores documentales sobre el tema, They Shall not Grow Old (Ellos no envejecerán, 2018), con imágenes inéditas sobre la Gran Guerra.

La guerra está presente en nuestro lenguaje cotidiano, en la geografía, en los nombres de las calles, en los deportes, como el futbol, y en su clímax, los Juegos Olímpicos, en los que durante la Guerra Fría, los ejércitos de las grandes potencias se enfrentaban para obtener medallas, recuerda la historiadora.

El volumen, que acota el periodo de análisis a los siglos XVIII y XXI, parte de un epígrafe de otro libro extraordinario sobre la historia no contada en torno a los conflictos bélicos, La guerra no tiene rostro de mujer, esa obra maestra del periodismo de la premio Nobel de Literatura 2015 Svetlana Alexiévich:

“La guerra es, y siempre ha sido, uno de los mayores misterios humanos”.

Margaret MacMillan

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