Susana Iglesias

Miguel Calderón, un PUNK demoliendo el brutalismo caduco del Tamayo

Cuando tenía 8 años sabía lo que quería hacer: pelear a la contra como lo hicieron todos esos rebeldes que al igual que él nunca se adaptaron a un mundo enfermo

Por alguna extraña razón pensé que no le gustaban las grabadoras, así que estuvo apagada durante nuestra conversación. Después de un sábado de mierda, un domingo de angustia, un lunes caótico en el que mi mente y cuerpo estaban agotados, hablar con el artista Miguel Calderón fue un respiro entre polución, caos, mentiras.

Foto: Iggy García Foto: Iggy García

Lo conocí en los noventa, su arte, su música, pinturas, guiones, películas, sus piezas me parecían desafiantes. Antes el arte y su engranaje era distinto, aunque ciertos mecanismos no cambien, eran otros tiempos. Es cierto, sí, en las exposiciones del Museo Rufino Tamayo y otros museos asistían personas de traje, mancuernillas, puros, mujeres con vestidos de cóctel, stiletos, pieles,  joyas, había meseros con charolas de canapés, vino tinto, vino blanco, vino espumoso, guitarristas clásicos, violinistas, pianos, música barroca, ¿cerveza o mezcal en una exposición de arte en un museo o galería mainstream en aquellos años? ¡Jamás!, no era así, nunca fue así, porque el mezcal era muy mal visto, era de “mal gusto”, era bebida de arrieros o de albañiles, esa era la realidad clasista de nuestro país, porque en las exposiciones de arte éramos raros los vestidos de negro, los rotos, los punks, los darks, los garage, los neo-punks, los misfits, los cramps, los chavos banda.

Foto: Luis Quintero Foto: Luis Quintero

Éramos marginados por actitudes y formas de vida que ahora son más aceptadas. Siempre es y será normal de ahora en adelante que a una persona zafia, inventada, difrazada, pouser, con retraso mental, le guste Bad Bunny, Dua Lipa o Rosalía y escuche también a Fuzztones, Spits, Iggy Pop, Bowie, Siouxie, Bauhaus o F2F2 o quiera cantar pop “oscuro” [¿existe tal aberración?] y viva soñando con ser una kardashian, con pasear en avión privado, tener un yate, encuerarse en una isla paradisiaca, ser millonaria, tener diamantes rosas, besar y coger con estrellas del rock, pop, hip hop o del hueco Kpop y sueñe con ser una eterna lolita “gótica” patética que en realidad ya no es joven en un cuerpo de más de 20 años, porque uno es joven a los 14-16, lo demás es exceso, estas confusiones tontas las permite el siglo XXI, las aplaude, lo enaltece, las personas que compran pantalones nuevos rotos son pendejas sin duda, son muy sad los que se disfrazan con chamarras de cuero, zapatos de plataforma, se maquillan muy vampiros cuando son fans de RBD, pienso que maybe deberían aceptarse y no disfrazarse, porque las personas genuinas podemos ver su disfraz mal hecho.

Foto: Iggy García Foto: Iggy García

Bien, a nosotros nos veían muy mal en aquellos años, me atrevería a decir que de cierta forma siguen malmirándonos, que en lo secreto nos guardan rencor por escupir en sus bonitos sueños o sus fantasías narcisas y neuróticas. Nosotros éramos unos marranos, cochinos, unos malvestidos, unos rotos. Los meseros de las exposiciones a veces ni nos querían dar vino. Nadie daba un centavo por nosotros. Veo a toda esa manada de chiquitines y chiquitinas y algunos/as vejetes ya rancios/as que se sienten outsiders por copiar/hacer lo que Iggy Pop ya hizo mejor en 1968: desnudarse, pintarse los labios, las uñas, cortar su cuerpo, bailar como un lagarto/serpiente/sátiro. Miguel Calderón viene del punk, su padre que fue corredor de autos, le traía discos raros, así es como siendo un niño escuchó a Iggy Pop. Cuando tenía 8 años sabía lo que quería hacer: pelear a la contra como lo hicieron todos esos rebeldes que al igual que él nunca se adaptaron a un mundo enfermo. Miguel hizo muchos actos verdaderamente punks y rebeldes a la forma de Camus en los años noventa en ese espacio que fue La Panadería, era más un antro que una galería. Les guste o no, Miguel es un puto genio, como él no hay nadie, no he conocido a nadie igual, no lo voy a conocer. Eso lo entendí en aquella tocada de Intestino Grueso en El Animal, en el Centro Histórico, no sé si él lo recuerde, fui esa menor de edad, punkarra neo dark con una pequeña cámara que los grababa, se acercó después de que bajó del escenario, “¿por qué no haces un cover de La Gallina Co-co ua ua e invitas a Cepillín y todos lo puteamos y le escupimos?”, sólo se rió como se ríe ahora mientras estamos hablando de aquellos años, de su disco favorito de Iggy Pop: Rawpower, su sonrisa es la misma, qué bueno que la dureza de la vida no le arrebató su  sonrisa, ¿me gustaba quién era Miguel en aquellos años? Por supuesto, me parecía desafiante, roto, sarcástico, apuesto y cínico, me atraía su forma de moverse entre las hienas, buitres, tiburones, caimanes, su forma de vestir, de moverse, de cantar, de saltar en el aire, su flexibilidad, ahora que lo veo con su camisa de cuadros me parece que ha transmutado en algo más asombroso.

Foto: Luis Quintero Foto: Luis Quintero

Llegar al Tamayo no es fácil, ser un artista vivo, tener menos de 66 años y que un museo te haga una retrospectiva es algo bastante pesado, porque el Tamayo es el Tamayo, nunca dejará de serlo. La exposición de Miguel abre con su Ridiculum Vitae, una aspiradora está encima de este tapete, nos invitó a pisotearlo. Subir las escaleras brutalistas de la sala, desde ahí vemos un mural de un mundo que dice “MORIBUNDO”, ese es el golpe en la cara que nos da el artista porque así es la situación actual. Una fotografía de él vomitando está al lado de sus fotografías de halcones, animales a los que Miguel contempló de cerca cuando era niño, que le apasionan. Más allá está Cine Porno, 1994. La fotografía que tomó con un flash en un cine porno del que salió corriendo, un amigo le esperaba afuera en un auto, él se subió, después se dio cuenta que se había entrado al auto de un extraño que asustado le pidió: “por favor no me hagas daño”. Salas que proyectan guiones de ficción, es ahí, en la ficción, es ahí en donde vive Miguel, es ahí donde viven los artistas más genuinos.

Foto: Iggy García Foto: Iggy García

Una de estas películas es Disrritmia Cerebral, 1990, en la adolescencia encontraron una fisura en el cerebro de Miguel que le provocaba ausencias, desmayos, convulsiones, desvanecimientos, compartimos esas ausencias Miguel y yo, sé lo que es perder el control, desvanecerse, que te digan que empeorará, esperar por años algo que no llega: otra convulsión sin tratamiento ni cura. La pieza Mutante es vibrante y oscura, fue en 1998 cuando el Goethe Institut invitó a artistas a intervenir y proponer la temática del agua en espacios urbanos, Miguel extrajó un pez del Lago de Chapultepec para exhibirlo en una pecera en la Torre Latinoamericana, los peces del lago son mutantes porque viven de comida chatarra y por alguna extraña razón, son enormes con ojos que te atraviesan como cuchillos, así miramos nosotros los que habitamos este caos de ciudad, como esos peces, somos parte de esta pieza. Acapulco 79 es una fotografía preciosa de un buitre en la carretera, Miguel la tomó rumbo a Acapulco, la playa favorita de nosotros los punks, los turbios, los tramps. No esperen entender nada cuando se enfrenten a esta exposición, pónganse cómodos en su playera más rota o su mejor camisa o vestido, lleva a tu tía cotorrona que cree que el arte son pinturas “bonitas”, al tío borracho que siempre la caga en las fiestas de familia, al hermano con el que ya no hablas, a tu ex, a tu enemigo, al señor obispo, reconcíliense con sus pensamientos más torcidos, disfruten reírse de si mismos para poder reír de los demás porque la vida es una eterna broma de amor y deseo. De veneno, lucidez, eterno retorno. Miguel Calderón intenta decirnos desde el inside [sus piezas ahora están dentro de un museo: el Tamayo después de vivir más de 20 años en el outside] lo que nadie quiere escuchar, puede no ser agradable, da igual, no hemos venido a esta existencia a complacer a nadie. No soy reseñista de obras de arte, ni crítica, eso es para talentos emirriados como los que asisten a escuelas de arte, dios vodka y diosa gin me libren de todo mal, soy una metiche interdimensional nada más que tiene una obsesión por esuchar la ficción de los otros, eso es lo que me llevó a pedirle más de dos décadas después a Miguel una entrevista después de observar durante años su trayectoria, piezas, escuchar su música, verlo de lejos en fiestas y conciertos. La exposición de Miguel Calderón inauguró este sábado 15 de octubre a las 12 del día en el Museo Rufino Tamayo, lleven anforitas ocultas.

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