Ivette Estrada una de las raíces de la felicidad: gracias.

Mirada a la otredad

Nuestra determinación y fuerza emerge en la atención plena y desaparece cuando nuestra percepción es dispersa y el pensamiento divaga

Sólo existen dos tipos de personas: quienes te revelan su faz luminosa y creen en tu unicidad y en ti, y aquellos que te apagan y arrancan las invisibles alas con las que armas tu genialidad y proezas. Lo raro es que todos podemos ser uno y otro para la misma persona. Aún para nosotros mismos.

¿Cuándo nos convertimos en incandescencia y cuándo en opacidad, de qué depende desplegar luz o sombra? De un solo factor. De la intensidad de nuestra atención consciente. De la determinación de interés que nos genera el otro y de la consciencia del momento que vivimos. La atención plena nos vuelve relevantes y llena de significado al interlocutor y allegados. La dispersión, por su parte, condena al ostracismo y estereotipación al otro.

Mirada a la otredad Ivette Estrada personas luz
Foto: Xinhua

El poder luz-sombra, la eterna dicotomía, tiene la capacidad de dar significado y sentido al otro, revelar aristas y potencialidades en su personalidad, idea o dicho. Glorificar en él lo inadvertido o nimio, generar relevancia en lo que es, hace o pretende. Dotarlo de magia interior al hacer que prevalezca en él su propia fe y reconocimiento.

Atención plena. Sólo eso. Solo una acción que nos permitirá iluminar a los demás, volverlos relevantes para sí mismas, ampliar sus capacidades y dones, aceptar que tienen triunfos trascendentales y dignos, invocar a las sabidurías interiores, ampliar sus perspectivas. Atención plena para catapultar el talento y expandir horizontes, para que la otredad se vuelva parte de lo que somos, de conformar parte de una grandeza que se extiende más allá de lo dicho o predeterminado.

Y esa atención parte de certezas simples: cada momento es preciado, porque nunca se replicará, cada persona es tan única como la misión que viene a desarrollar en esta realidad tridimensional o vida, aprehender todo implica despojarnos de premura y prejuicios.

Estar con uno mismo, conversar con uno, puede plagarse con la luz de esa consciencia o atención plena o plagarse de distractores, ruidos, vaivenes de pensamiento… laberintos que inducen a la oscuridad, a sensaciones estresantes y dispersión o banalidad.

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La oscuridad en el otro se da cuando consideramos intrascendente o pueril quien es. Entonces armamos historias y personas paralelas en el pensamiento, permitimos que aparezcan veladuras diversas entre sus palabras y gesticulación, somos incapaces de “leer” sus emociones y pensamientos. No existe compenetración.

Esa dispersión o falta de atención se traduce en un mensaje tajante de minusvalía e incluso rechazo. La persona se vuelve sombra, objeto, nada. Quien es se apaga, sus perspectivas se rompen, su voz calla.

En lugar de transformar al otro en llama viva o lámpara encendida la reducimos a un objeto indiferenciado y oscuro: fantasma de nada.La colorida muestra de arte inflable Blow Up Experience ha cautivado a miles de niños y adultos en la ciudad argentina de Buenos Aires.

Pierde entonces su capacidad de expandir, crear e incluso ser. Se reduce a cualquier significado banal que impere en un contexto donde está. Se pierde su potencial.

Lo mismo ocurre en nosotros. Nuestra determinación y fuerza emerge en la atención plena, en la consciencia… y desaparece cuando nuestra percepción es dispersa y el pensamiento divaga.

La otredad, vale citar, sólo es reflejo de una convicción íntima: quienes decidimos ser.

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