Museo del Prado

¿A qué huele una obra de arte? Así es la primera exposición olfativa

Los visitantes pueden oler elementos del siglo XVII presentes en el cuadro gracias a la tecnología AirParfum, desarrollada por grupo Puig

El Museo del Prado amplía dos semanas más, hasta el 17 de julio, “La esencia de un cuadro. Una exposición olfativa”, cuyo protagonista es la obra de Jan Brueghel el Viejo, y Rubens, El Olfato.

Los visitantes pueden oler elementos del siglo XVII presentes en el cuadro gracias a la tecnología AirParfum, desarrollada por grupo Puig y exclusiva en el mundo de la perfumería.

Los artífices de esta exposición son Alejandro Vergara, jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo Nacional del Prado, y Gregorio Sola, perfumista senior de Puig y académico de la Academia del Perfume.

“La esencia de un cuadro” ha recibido, desde su apertura en abril, 65 mil 500 visitas, durante las que se han registrado casi 250 mil pulverizaciones de esencia en los cuatro difusores que integran la instalación.

La muestra propone un nuevo acercamiento a las colecciones del Prado, a través del sentido del olfato; para ello, con el patrocinio tecnológico de Samsung y la colaboración especial de la Fundación Academia del Perfume, el perfumista Gregorio Sola desarrolló una decena de fragancias relacionadas con elementos presentes en El Olfato.

Sola creó, por ejemplo, Alegoría, que nos invita a detener la mirada sobre el ramillete de flores que huele la figura alegórica; Guantes, que reproduce el olor de un guante perfumado de ámbar, según una fórmula de 1696; Higuera, que nos anima a reconocer esta planta en la escena; Flor de naranjo, que dirige nuestra atención hacia los alambiques usados para destilar este producto; y así hasta 10 fragancias que acompañarán al sentido de la vista proporcionando sensaciones únicas en la apreciación de la pintura.

Museo del Prado
El Olfato.

La obra protagonista forma parte de la serie de Los cinco sentidos, expuesta en esta misma sala, que Jan Brueghel pintó en 1617 y 1618.

La serie probablemente fue un encargo de la infanta Isabel Clara Eugenia y su esposo Alberto de Austria, soberanos de los Países Bajos meridionales, para quienes Brueghel trabajó como pintor de corte.

Los objetos que se ven en estas escenas reflejan el coleccionismo y gusto de las cortes europeas de la época. En 1636, los cinco cuadros se encontraban en Madrid, en la colección del rey Felipe IV, quien los instaló en una sala decorada con dos estanterías de ébano y bronce junto a cuadros atribuidos a Durero, Tiziano y Patinir, entre otros.Museo del Prado 3

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