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Nunca encontré al diablo

Aunque la Libélula y los Caballitos del Diablo son muy similares, la mirada las delata, un secreto que se descubre solo bajo la lente fotográfica

Vienen a mí los recuerdos de infancia —aún no se despertaba el interés y fascinación por los insectos, arácnidos y demás bichos— cuando conocí y tuve miedo a estos pequeños seres voladores, ya que al encontrarme a uno pregunté con la inocencia de la edad de qué insecto era y me respondieron sin mala intención que era un Caballito del Diablo.

Al escuchar, mi mente infantil imaginaba al mismo Lucifer del tamaño de un duende montado en el lomo de tan bella creación que volaba a gran velocidad y se asemejaba a un helicóptero. Me daba mucho miedo.

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Libélula. Foto: Jesús Peña

Con el paso del tiempo y por vivir en la ciudad no eran frecuentes los encuentros con estos pequeños seres, que según algunas cifras de 2017 existen 360 especies en nuestro país, pero 100 de ellas en peligro de extinción.

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Caballito del Diablo
Foto: Jesús Peña

En mi andar fotográfico he podido encontrarlas cerca de estantes, lagos y ríos. Inclusive en charcos de la unidad habitacional donde vivo aparecen.

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Libélula. Foto: Jesús Peña

Su larva pasa largo tiempo dentro del agua, alimentándose de peces, insectos y demás fauna para posteriormente salir a la superficie donde buscará dónde posarse y así iniciar su metamorfosis.

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Caballito del Diablo. Foto: Jesús Peña

Como fotógrafo he aprendido a diferenciar entre las Libélulas y los Caballitos del Diablo por el tipo de sus ojos compuestos. El primero tiene sus ojos grandes y juntos, mientras que los Caballitos los tiene separados, además de que es más pequeño comparado a las Libélulas.

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Libélula. Foto: Jesús Peña

Ambos miembros del orden Odonata (del griego “odon” que significa diente, refiriéndose a sus fuertes mandíbulas) son muy territoriales. He tenido la fortuna de aprender que por este aspecto las libélulas se posan en ciertas ramas para cuidar su territorio, y aunque se espanten y vuelen, regresarán al mismo sitio. El conocer este comportamiento me ha dado la oportunidad de planear la imagen y solo esperar su regreso.

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Caballito del Diablo. Foto: Jesús Peña

También durante su vuelo tienden a quedarse suspendidas en el aire, siendo un manjar fotográfico que intento aprovechar para captarlas.

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Caballito del Diablo
Foto: Jesús Peña

Hace unos meses, uno de mis hijos encontró una Libélula con sus hermosas alas extendidas, pero su cuerpo petrificado nos indicaba que estaba muerta. Estas oportunidades no las pierdo y aprovecho para hacer fotografía de macro extremo para mostrar lo minúsculo de sus facciones.

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Caballito del Diablo Foto: Jesús Peña

Gracias a sus hermosos colores, desde un intenso color rojo hasta un verde metálico muy llamativo, les perdí el miedo y ahora me resulta fascinante su encuentro, aunque el Diablo no dirija su vuelo.

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Libélula. Foto: Jesús Peña
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