Posadas y guajolote, las aportaciones mexicanas a la Navidad

En la Conquista se recurrió a elementos didácticos, visuales y festivos para lograr que la gente entrara a los templos
nostalgia

La Navidad es más que una fecha importante del calendario litúrgico cristiano; se trata de una celebración mundial en la cual participan, incluso, quienes no profesan esa religión o ninguna otra, pero realizan una festividad y en la que México ha aportado con las posadas y el guajolote.

Para la académica de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, María del Carmen Eugenia Reyes Ruiz, se trata de una fecha interesante desde el punto de vista histórico y etnográfico “porque refleja muchas costumbres y tradiciones; es un muestrario de lo que han sido las comunidades humanas a lo largo de muchos siglos”.

En la antigua Roma, relata la historiadora, en esas fechas encontramos fiestas importantes del calendario ritual; la más extendida era la de los Saturnales o Saturnalia, que duraba tres o cuatro días en torno al solsticio de invierno y consistía en eventos especiales que resultan de actualidad: eran momentos de descanso, se visitaba a los familiares y se entregaban obsequios.

Hasta el año 325 —cuando surge el cristianismo católico, unificado, universal, luego de que el emperador romano Constantino convocó al Concilio de Nicea— se estableció como fiesta litúrgica la Navidad y la Epifanía (adoración de los Reyes), entre el 25 de diciembre y el 6 de enero. Ahí por primera vez hubo coincidencia entre el nacimiento de Cristo y el solsticio de invierno.

Luego, en el año 350 el Papa Julio I propuso la fecha que se conmemora hasta la actualidad “y de paso desplazar a la Saturnalia, que se seguía celebrando”. Se atribuye al Papa Liberio establecer, oficialmente, la festividad en el año 354.

La primera referencia de un banquete navideño dentro del ámbito cristiano fue en el 379, en Constantinopla.

“Los ritos poco se han modificado; en el caso de los creyentes, el principal es asistir a la celebración eucarística o misa, que en muchos lugares se hace a la medianoche y se complementa con una reunión familiar; y una celebración especial para los no-creyentes. El intercambio de regalos permanece desde hace más de dos milenios”, subraya.

Aportaciones mexicanas: las posadas y el guajolote

Antes de la llegada de los españoles al altiplano de nuestro territorio, en el imperio mexica había un festejo importante que conmemoraba el nacimiento del dios Sol, Huitzilopochtli: Panquetzaliztli o fiesta de las 100 banderas, también en diciembre.

Cuando se realiza el proceso de la Conquista y, de manera paralela la evangelización, se recurrió a elementos didácticos, visuales y festivos para lograr que la gente entrara a los templos que antes estuvieron reservados para sacerdotes y gobernantes. Las capillas abiertas se convirtieron en centros de enseñanza.

La mejor manera de mostrar la nueva religión fue a través de cantos y explicaciones sencillas, lo que dio como resultado una de las aportaciones “más bonitas de México a las festividades navideñas: las posadas”, expone.

En 1587, fray Diego de Soria, superior del convento de San Agustín de Acolman, obtuvo del Papa Sixto V un permiso que autorizaba la celebración en la Nueva España de una de las Misas llamadas de “aguinaldo”, del 16 al 24 de diciembre, y que se llevaban a cabo en los atrios de las iglesias. En las misas se intercalaban pasajes y escenas de la Navidad.

Otra aportación es la nochebuena, planta que crece desde lo que fue Mesoamérica y hasta el norte de Sudamérica, la cual en la actualidad se encuentra en cualquier lugar; se trata de la cuarta flor de maceta más vendida en el mundo. Su dispersión en el orbe se dio por Joel Roberts Poinsett, primer embajador estadunidense en México; en su honor, en EU y Europa, se le conoce como Poinsettia.

También se encuentra el guajolote o pavo, nombre con el que se popularizó, fue muy común en las cortes europeas del siglo XVII. Esa carne exótica se servía en el banquete más importante del año.

Posteriormente esa tradición llegó con los colonizadores ingleses a las 13 colonias americanas, y fue a partir de 1940 cuando en la frontera norte de México comenzó a aparecer en las mesas mexicanas para esta celebración.

“El guajolote, que se había ido a Europa, regresó vía Estados Unidos con nuevo nombre, estilo y concepto”.

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