Las paredes de la Facultad de Arquitectura, en Ciudad Universitaria, resguardan un regalo del barrio de Tepito a la UNAM; la pieza sin título es conocida coloquialmente como el mural Tepito Arte Acá, un obsequio del colectivo Tepito Arte Acá al Taller 5 hace más de 40 años.
Para entender cómo llegó la pieza a CU, es necesario remontarse a 1972, fecha significativa para la Facultad de Arquitectura –en esos años Escuela Nacional de Arquitectura–, ya que un grupo de estudiantes y docentes inició un movimiento que culminó con la creación de un nuevo modelo educativo: el autogobierno.
“En 1972 inicia un movimiento estudiantil apoyado por un grupo de docentes que plantean una serie de demandas, a partir de ellas surge una propuesta importante que tomó tiempo materializarla. Se trataba de un proyecto digno de experimentar, en función de una visión distinta de un modelo educativo”, recordó Alejandro Suárez, profesor del posgrado de Arquitectura.
“El proyecto planteaba vincular la enseñanza de la arquitectura directamente con las demandas principales de la sociedad y esto da como resultado que los talleres se convirtieran en Unidades Académicas”.
El Taller 5, apuntó Suárez, nació un año después del inicio del autogobierno en 1973; llegaban numerosas solicitudes para que se llevaran a cabo proyectos o se hicieran investigaciones que permitieran documentar la magnitud de la demanda y la manera en que darles solución.
Uno de los objetivos del taller era llevar la “arquitectura al pueblo”, el trabajo era estrecho con “comunidades, grupos vecinales e, incluso, municipios y solicitudes que llegaban de distinta índole: jardines de niños, escuelas, plazas, etcétera”.
Suárez aludió a la colaboración entre el Taller 5 y el barrio de Tepito como el resultado del trabajo que se hizo a finales de los años 70 con la comunidad del barrio de Los Ángeles en la colonia Guerrero:
Ahí se estaba desarrollando una propuesta de recuperación de vivienda en las antiguas vecindades o de vivienda nueva. A partir de un estudio surgió este proyecto que se realizaba con Infonavit.
“Un grupo de colonos, que incluía habitantes, comerciantes y demás, acudió al Taller 5 para presentar una contrapropuesta a un programa que estaba planteando el entonces Gobierno del Distrito Federal, era muy ambicioso e implicaba demoler muchísimas vecindades: crear un enorme centro comercial.
El proyecto se desarrolló a lo largo de los siguientes años; a la par de esto surgió la oportunidad de presentarlo en un concurso de la Unión Internacional de Arquitectos.
“Siguiendo las bases del concurso se hicieron las láminas con los dibujos que expresaran el planteamiento, la propuesta y, además, el diagnóstico y la participación de la población. Esto llevó a un mural de seis metros cuadrados, que es el que desarmado se llevó a Varsovia y ahí fue seleccionado para tener el reconocimiento tanto de la Unión Internacional de Arquitectos como de la distribución de premios, en este caso se le otorgó el premio de la Universidad de Buenos Aires”.
Tepito plasmado un mural
Aunque el plan de mejoramiento del barrio no logró concretarse, la alianza entre el Taller 5 y los colonos se había fortalecido durante el desarrollo de éste. El colectivo Tepito Arte Acá estaba conformado por Alfonso Hernández, el gestor que presentaba y discutía con las autoridades; Carlos Plasencia, fotógrafo y artista audiovisual, y Daniel Manrique, pintor.
Fue Manrique quien se encargó del diseño y producción del mural, el cual se caracteriza por la presencia de varias mujeres y hombres enmarcados por trazos geométricos, acompañados por una paleta de colores rojizos y ocres.
“Se inauguró en noviembre de 1980. Daniel Manrique era un pintor de creación rápida, tenía una enorme habilidad para percibir el espacio y en el lugar que le dijeran ahí se expresaba”.
El mural fue financiado por el consejo del barrio de Tepito y lo hizo bastante rápido, agregó, no recuerdo cuánto tiempo le tomó, pero él mismo con alguna ayuda montaba su escalera y desarrollaba la pintura casi sin hacer correcciones.
“Expresaba a través de sus personajes el papel que tuvieron los arquitectos, planteaba esta lucha del barrio y el trabajo y el reconocimiento que tenía hacia los técnicos, en este caso los arquitectos”, apuntó Suárez.
Lamentó que debido a los años muchos alumnos desconocen la historia detrás de la pieza, que se realizó con pintura acrílica y de aceite “común y corriente comprada en una ferretería.
“Me da mucho gusto que la UNAM haga reconocimiento de su obra muralística y de ésta en particular”.
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Las paredes del Taller Max Cetto, ubicado en la @faunam_mx, resguardan un regalo del barrio de Tepito a la UNAM. 👇#UNAM100AñosDeMuralismohttps://t.co/mcVdFWQM71
— UNAM (@UNAM_MX) August 1, 2022