Habían pasado 27 años desde la publicación de “Los versos satánicos” cuando Salman Rushdie me compartió su satisfacción porque la novela se había afianzado como obra literaria y no más como pieza de escándalo político, una vez que su lanzamiento provocó la ira de los fundamentalistas iraníes que emitieron una fatua, es decir, un edicto que ordenaba la muerte del escritor. Treinta y dos años después, el autor británico nacido en Bombay fue apuñalado en Nueva York.
Aquel suceso literario marcó toda la vida de escritor de Rushdie, pues siendo apenas su cuarta novela, toda obra posterior estuvo determinada por el suceso político que detonó. El autor vivía vigilado las 24 horas, se acostumbró a caminar encorvado y a vivir a la sombra. Nadie sabía dónde estaba y algún día aparecía en un festival de cine y en otro en un concierto de U2, siempre por sorpresa. La fatua lo convirtió en un ciudadano del mundo a salto de mata.
Miembro de una generación en la que destacan Martin Amis, Ian McEwan, Angela Carter, Dan Delillo y Paul Auster, Rushdie veía los tiempos de 2015, cuando la charla en el contexto de la FIL Guadajalara de aquel año, como “oscuros y violentos”, pero no rehuía la esperanza: “Lo que trato de decir es que no sólo porque son años lóbregos hay que asumir que siempre será así”.
De hecho, ya con una condición de seguridad máxima digamos más relajada que en los primeros viente años de la fatua, el novelista cantaba victoria con una peculiar expresión: “Los chicos malos ganan a menudo, pero hoy tengo el gusto de reportar de forma personal que no fue así en este caso particular”. Cinco años después de aquel encuentro, hoy Rushdie fue apuñalado en Nueva York.
En un mensaje público, su amigo Bernard-Henri Lévy ha escrito: “Rezo por Rushdie. Para desgracia del pendejo que lo apuñaló, mi amigo no tiene alma de mártir. Él ha querido ser Balzac y Dickens. Y lo ha logrado. Ya es inmortal”.
Je prie pour #Rushdie. Mais, malheureusement pour le salopard qui l’a poignardé, mon ami n’a pas l’âme d’un martyr. Il a voulu être Balzac et Dickens. Et, de fait, il l’est devenu. A ce titre, il est immortel.
— Bernard-Henri Lévy (@BHL) August 12, 2022