Silvia Pinal fue una mujer que estaba más allá de los reflectores. Siempre alegre, sencilla y con un gran sentido del humor, que muchos utilizaron para trastocar su intimidad familiar. Por fortuna, ella lo sabía y estaba consciente de con quién hablar y hasta dónde.
En el caso de este reportero, la diva me permitió charlar con ella un par de veces para más allá del espectáculo, puesta en escena o programa de televisión, conocer esa parte que hoy en día pareciera no interesarle a nadie, su carrera, pues un código no dicho entre la gran Silvia y un servidor fue nada de vida personal, esa se respeta si se quiere respeto.
La primera cita fue en junio de 2013, cuando se acercaba el 30 aniversario luctuoso del cineasta español Luis Buñuel. En ese entonces, la primera actriz sonorense, quien trabajó con el maestro surrealista en Viridiana (1961), El ángel exterminador (1962) y Simón del desierto (1964-1965), tenía 81 años y era la secretaria general de la Asociación Nacional de Actores (Anda).
El humor de Buñuel
“Mi entonces esposo Gustavo Alatriste (1922-2006) y yo teníamos una gran amistad con Buñuel. Era muy inteligente, tenía un sentido del humor totalmente negro. Mi marido y yo nos divertíamos junto a él. Gustavo fue el productor de las tres cintas en las que trabajé con don Luis y eso me dio la oportunidad de ver su talento especial, pues la gente inteligente hasta haciendo bromas ingenuas, resulta sensacional, y él era extraordinario, simpático, muy aragonés, yo le tomé mucho cariño, lo quise mucho, le agradecí todo lo que me dio, esas tres extraordinarias películas que están ahí para la historia del cine y de mi vida.
“Aprendí mucho de él y sí, es cierto, estaba casi sordo, pero don Luis llegaba al rodaje con la película editada en su mente, y sólo nos decía: ‘hagan esto’. Nos encontramos dos personas que jamás nos atrevíamos a hacer algo que estuviera fuera de lo correcto.
“Recuerdo que en la hora de la comida en el rodaje de Viridiana, llegué al comedor y ya no había dónde sentarme, decidí hacerlo en el suelo, pero al verme don Luis se enojó y me dijo: ‘¡No se siente usted en el suelo!Ya se creyó Viridiana, ¡no, coño!’. En verdad que tuve una gran vida llena de emociones, cariño, respeto y admiración, una época con un genio, porque don Luis ¡era un genio auténtico, irrepetible!
“Otra cosa que me dejó Viridiana fue que don Luis regresó a trabajar a España cuando estaba Francisco Franco en el poder y Buñuel había abandonado su país por el golpe de Estado (1936) que ese hombre dio. Yo vivía allá e hice varias películas, mi marido fue el que lo convenció para que aceptara rodar allá. Aceptó porque don Luis siempre quiso a Gustavo como su hijo.
Ya en el rodaje le aseguré: ‘Don Luis, Viridiana es la mujer más inútil y tonta que he visto en mi vida’, y me contestó: ‘Pues sí, pero ni modo, le tocó vivirla… ¡y lo hace!’.Era una guerra preciosa, pues quién podía pelearse con don Luis, ¡era una osadía!; además, no quería saber nada de Franco, nos decía: ‘¡Dios mío, cómo es posible que yo esté aquí haciendo películas con Franco en el poder!’.
“Cuando la película estuvo en el Festival de Cannes, Francia, el hijo de don Luis, Luisito, fue en su nombre porque a Buñuel no le gustaban esas cosas, y fuimos allá, pero sucedió que ¡no nos dejaron entrar a la sala porque no teníamos pases!, fue horrible, allá dentro premiando a Viridiana y nosotros afuera sin poder recoger la Palma de Oro.
“Y qué decir de Simón del desierto, para mí es la mejor película que hice con don Luis, fue una cinta loca, yo era el diablo… ¡el diablo en manos de Buñuel!, era el manjar de dioses, hice y dije cosas absurdas, enseñaba los senos, las piernas, eran cosas que sólo a don Luis se le podían no ocurrir, sino tenerlas pensadas fríamente.
“Fueron cuatro años preciosos los que convivimos muy de cerca con él mi marido y yo. Trabajar con él fue una gloria, me siento muy halagada por haberlo hecho y por ello soy una privilegiada al entrar en los sets y ser parte de ese talento, sensibilidad y amor a su oficio.”
Silvia Pinal: Tin Tan, “muy serio”
Dos años más tarde, en agosto de 2015, Silvia Pinal habló de otro grande de ese cine en blanco y negro. Se acercaba el centenario del natalicio de Germán Valdés Tin Tan, con quien estelarizó El rey del barrio (Gilberto Martínez Solares, 1950) y ¡Me traes de un ala! (Gilberto Martínez Solares, 1953).
“Lamentablemente el trabajo en aquella época era mucho y nos absorbía demasiado; aunque fuimos compañeros en dos películas, sólo compartimos algunos momentos durante las filmaciones, pero puedo decir que no perdía oportunidad de estudiar, comentar, discutir y sacaba las cosas en una forma profesional.
“Es cierto que era muy dicharachero y le gustaba bromear con los compañeros técnicos, pero para el trabajo era muy serio; no buscaba la perfección, pero sí que cuando la gente viera una de sus películas se divirtiera como él haciéndolas.
“Aquella escena en El rey del barrio donde le habla a la cámara, simplemente la improvisó, era un genio, tan versátil que podía mover una mano a la derecha y la otra a la izquierda, bailar boogie en un momento y mambo en otro, verdaderamente alguien increíble, de lo más completo que tuvo el cine y por lo que me tocó ver, una persona extraordinaria.”
Rendirán homenaje a #SilviaPinal en Bellas Artes.
“El tributo a la actriz, reconocida internacionalmente por su participación en cintas como Viridiana y El ángel exterminador, se realizará el próximo 29 de agosto…”https://t.co/QzzpNg1iLn@bellasartesinba @PalacioOficial
— Fusilerías (@fusilerias) July 20, 2022
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