Siempre que levantaba las piedras del jardín de mi abuela aparecían unos pequeños bichitos que huían rápidamente al sentirse vulnerables. Buscaban la manera de esconderse dentro de la tierra. Estos amiguitos no medían más allá de un centímetro de largo y eran color amarillo.
Fue así como supe que les decían ciempiés, lo cual encendía mi curiosidad por saber si era cierto que tenían tal cantidad de extremidades, pregunta que quedó en el olvido por la flojera de andar contando las minúsculas patas que veía.
No fue sino hasta hace pocos años que -gracias a la macrofotografía y a la fama de “bichero”-, recibí de regalo un insecto de aproximadamente ocho centímetros, de color café y un montón de pares de patas en cada segmento. Apareció en una casa cercana de la Sierra de Guadalupe, -la cual se encuentra entre la Ciudad de México y el Estado de México- y me lo hicieron llegar sabiendo que me gusta fotografiar toda clase de bichos.
Investigando supe que este regalo no era un ciempiés, ¡sino un milpiés!, mismos que era imposible contar ya que se movía rápido y, cuando se quedaba quieto, se convertía en un círculo perfecto y maloliente, ya que seguramente al sentirse amenazado segregaba una sustancia que ahora entiendo es tóxica, aunque no tuve problema alguno con ello.
Poco tiempo después, en el mismo Estado de México -pero más pegado a Guerrero- tuve la suerte de encontrar entre un apilado de ladrillos a otro ser con muchas patas, se trataba de una Escolopendra (miembro de los ciempiés). Un ser sumamente hermoso, de colores muy llamativos y que ciertamente infundía más respeto, ya que era evidente su par de mandíbulas que Dios guarde el momento de una mordedura con ellas.
Atraparlo para las fotos no fue sencillo, ya que corría muy rápido y se escondía en cualquier orificio. Pero una vez que “aceptó” la sesión fotográfica, me sentí contento por tener esa gran oportunidad, ya que este animalito está considerado como exótico, al grado que algunos de ellos son utilizados para adornar las hebillas de algunos cinturones.
Algunas similitudes que encontré acerca de los ciempiés y milpiés es que ambos pertenecen a la orden de los miriápodos y tienen el cuerpo segmentado. Los milpiés tienen dos juegos de patas por segmento y debajo de su cuerpo, mientras que los ciempiés un solo juego por segmento colocados en un lado de su cuerpo.
Además, los milpiés son carroñeros comunes de los jardines y se alimentan de hojas y escombros de plantas en descomposición. Mientras que los ciempiés son depredadores que comen hormigas, arañas, cucarachas, chinches e, inclusive, hay una especie de 30 centímetros que puede comer reptiles, roedores o murciélagos.
Hablando de este último, tienen el primer par de patas modificadas en grandes uñas, llamadas forcípulas que alojan en su interior una glándula venenosa.
La mayoría de las especies del ciempiés tiene aproximadamente 30 patas, mientras que los milpiés el año pasado la revista Scientific Reports informó del descubrimiento de un ejemplar que tiene un total de mil 306 extremidades. convirtiéndolo en el animal con más patas del mundo.
No quiero imaginar a la persona que se encargó de contar una a una las patas de este último ejemplar porque en caso de alguna distracción, volver a iniciar el conteo sería una verdadera tragedia. Son momentos en los que me alegro de ser un fotógrafo aficionado que les desea un excelente fin de semana, estimados lectores.
El maltratador de animales, peligro para la sociedad.
El FBI en Estados Unidos determinó que la crueldad hacia estos seres vivos es una conducta precursora de la violencia contra otro ser humano y la tipificó como delito grave.
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— Fusilerías (@fusilerias) October 28, 2022
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