A fuerza ni los zapatos, dicen por ahí. Y es que algunos textos y guiones fuerzan tanto los temas de agenda que termina por fastidiar. Pero en el caso de Soñar como sueñan los árboles, es delicioso como Brenda Lozano aborda un abanico de temas en la agenda feminista de una manera tan natural, que fluye en una historia que atrapa de principio a fin.
Hoy, el más reciente libro de Brenda Lozano nos narra la historia de tres mujeres que llevan las riendas de su vida (y del libro) de una manera poderosa en una época donde esto ni siquiera era tema.
Soñar como sueñan los árboles (Alfaguara) transcurre en la década de los 40, cuando el robo de una niña conmociona a Ciudad de México y pone en el centro las vidas de Gloria Felipe y de Nuria Valencia y a la madre de Gloria, Ana María.
A través de lo que algunos han denominado como thriller, salpicado de una dosis de humor con una dosis de cotidianidad que hace visible y audible a la narradora como parte de la obra, se manejan temas que al día de hoy son de las agendas feministas y de justicia social.
La misma Lozano lo señaló en entrevista para Milenio Diario: “Desde el tema de las maternidades o el de la ginecobstetricia, en muchos casos hay discusiones vigentes de cosas que antes se asumían y que hoy, por lo menos, quiero pensar que las podemos cuestionar a través de la ficción”.
Y es que las mujeres resuelven. Toman control. Ana María, la madre de la protagonista, abuela de la niña perdida —en su papel de matriarca, mujer divorciada en los tiempos donde las mujeres no se divorciaban—, es la mujer fuerte, quien mueve las cartas en esferas del poder.
Por su parte, en una historia que no es secundaria, sino que nos muestra cómo los caminos se entrecruzan, Nuria es quien decide tomar y cancelar tratamientos obstétricos.
Es una historia que se agradece. En una época en que la literatura se convierte en un ring de egos y de presunciones de cómo son y quienes escriben libros, esta novela cumple su cometido.
“Árboles…” es la historia de vida de mujeres que sueñan, que viven, que toman las riendas. No tiene falsas pretensiones ni lenguaje rebuscado, pero tampoco cae en los lugares comunes ni en clichés facilones. No mueve ni apela a las emociones de manera ramplona porque no busca rascar vivencias, sino trasladarte a tus recuerdos en una historia completa en sí misma.
Definitivamente cumple el cometido artístico de comunicar y deconstruir en el lector. Tiene la magia suficiente para leerla sin agobios. Nos deja claro que escribir es más que sólo mover fibras o la forma.
Se vale soñar.
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— Brenda Lozano (@heraclesmigato) April 4, 2024
