Alberto Guerra disfruta explorar en la actuación su lado oscuro, mostrar al ser humano y romper tabúes, como en el filme Trigal, en el que deviene objeto del deseo de dos jóvenes impúberes, interpretadas por Emilia Berjón y Abril Michel, quienes al verse años después en cine no se reconocen.
La ópera prima de la cineasta argentina Anabel Caso, que se estrenó el 20 de abril luego de años de gestación y que se exhibe en Cineteca Nacional, en tono de recuerdos autobiográficos cuenta la historia de Sofía (Berjón), joven impúber que visita en el campo a su prima igual de 13 años, Cristina (Michel), enamorada de un hombre de 40 años (Guerra), a quien ella termina deseando con audacia juvenil.
Un filme en la tradición de Lolita (1962), de Stanley Kubrick; Pretty Baby (1978), de Louis Malle; Tendres Cousines, de David Hamilton; Cuentos inmorales (1978), de Walerian Borowczyk; Così come sei (1978), de Alberto Lattuada; o De monstruos y de hombres (1998), de Alexei Balabanov, pero con la gran diferencia de que fue concebido y realizado por una mujer, feminista, quien igual hizo el guion.
Después de su papel como depredador en la serie chilena de Lucía Puenzo y Pablo Larraín La jauría, amén de su participación en thrillers políticos y narcoseries, el actor cubano-mexicano vuelve con otro personaje polémico ahora en Trigal, el JC, y responde en entrevista cómo se siente rompiendo tabúes.
“Me siento feliz. Para mí, la actuación es un espacio que me permite justamente explorar una cantidad de situaciones, de experiencias, de sentimientos, de emociones, muchas que no me atrevería en mi vida, muchas que no podría hacer, y muchas que dan rienda suelta a un lado que a mí me gusta mucho explorar del ser humano como actor, que es el lado oscuro. La necesidad que tiene el arte, y el cine en general es la de mostrar al ser humano, y cuando sistemáticamente vamos mostrando al ser humano hacia un lugar donde sea cómodo para el espectador, empezamos a perder el retrato del ser humano.
“Todos tenemos un lado oscuro allá adentro, la diferencia entre los sociópatas y los que no lo somos –yo soy de ese grupo de los que no lo somos– es que no lo llevamos a cabo, no dejamos florecer ese lado oscuro, florecer esos pensamientos completamente fuera de cualquier canon de una sociedad. Y esos son los personajes que a mí me atraen muchísimo, me gusta mucho explorarlos, porque además me confrontan a mí mismo”, expone Guerra, transformado en un jornalero agrícola del norte de México.
El largometraje, realizado en Sonora con espléndida fotografía de Julio Llorente, se apoya en las actuaciones memorables de sus protagonistas y actores de reparto, además de extras de la localidad.
Años después de haber filmado las escenas de Trigal con Guerra, Emilia Berjón y Abril Michel exponen durante la conversación sus impresiones sobre cómo se ven ahora en pantalla de adolescentes.
“Para mí es un poco extraño verme a mí misma en la película, porque fue hace ya bastante tiempo. Ya no tengo la misma cara que tenía en esa época, ya no soy la misma persona que era. Al mismo tiempo, es como revivir las cosas que viví. Por ejemplo, la escena con Alberto me cuesta muchísimo verla (‘No sólo a ti, Emilia’, le dice Guerra sentado a su lado). Siento que es más fuerte verla, que haberla vivido.
“Cuando la viví yo estaba como en un trance. Estábamos encerrados en un cuarto, en el ambiente todo estaba bien, yo me sentía cuidada. El hecho de poderla ver, darme cuenta que todo mundo nos está viendo y que no solo estaban ellos (los personajes) encerrados en un cuarto. ¡Guau! Es muy fuerte, muy potente. Es como vivirla dos veces más fuerte”, explica Berjón, hija de Arcelia Ramírez, protagonista de filmes polémicos clásicos en los que adolescentes son obligadas a relaciones forzadas con hombres adultos, como El secreto de Romelia (Busi Cortés, 1988) y La mujer de Benjamín (Carlos Carrera, 1991).
“Siento igual que Emilia. Es como tener otros ojos. Al final, tú solo te puedes ver en un espejo, pero ya ver cómo te miran los demás es muy padre. No hay que tener pena, si te vas a dedicar a esto, la pena no existe”, responde Abril Michel, más tímida en la entrevista que en su papel en Trigal, producido por Paola Astorga, ex directora de Cineteca Nacional, y estrenado en el Festival de Cine de Morelia 2022.
Al respecto, Caso subraya el contenido autobiográfico de su ópera prima –distribuida por Nueva Era Films y con un hermoso póster muy afrancesado que recuerda los de los filmes de François Ozon– enfocada al despertar de la sexualidad y de la feminidad, en un contexto específicamente rural, y explica el título sugerente.
“El nombre tiene una historia anecdótica y graciosa, luego se convirtió en un símbolo a medida de que se fueron encontrando interpretaciones no de mi parte, sino de la gente que se iba involucrándose. La película tenía un nombre hace muchísimos años que no me gustaba tanto, El último verano. Entonces yo tenía muchas ganas de incorporar una canción de Sandro de América llamada ‘Trigal’, que era muy sugerente, muy erótica, que tenía mucho que ver con la historia.
“Cuando Sandro muere, los derechos de la canción estaban por las nubes, no la podíamos usar. Y alguien dice: ‘¿Por qué no le pones Trigal a la película?’. Y aunque transcurría en el campo, pero no precisamente en los trigales, me pareció perfecto, un nombre que embonaba muy bien. Y luego la simbología surgió sola. Fue algo entre mágico y muy inherente a la película, porque luego nos mostró que el símbolo del trigo tenía que ver con el crecimiento, las etapas de la vida, la semilla, la siembra y la cosecha, con el tránsito que estaban viviendo las niñas que pasaban por la pubertad”, expuso Caso.
Tras responder a la prensa numerosas preguntas sobre abuso infantil por la relación entre JC y Sofía y Cristina, la cineasta admite que en Trigal hay otros tipos de feminidad, no sólo el de las niñas.
“Efectivamente, en la película hay otros tipos de feminidad, que tienen que ver con otros tipos de personajes, con otros momentos de la vida. Úrsula Pruneda (Silvia, la madre de Cristina y su hermana con discapacidad interpretada por Nicolasa Ortiz Monasterio) es el reflejo de la mujer abnegada que ha frustrado sus sueños, que se ha hecho presa de sus propios discursos sociales que no le permiten explorar su libertad y su nivel de expansión más allá de sí misma y del círculo que significan su marido, sus hijas, y que es el retrato de la gran soledad que viven muchas mujeres, no sólo en el campo.
“Con Nicolasa, se aborda un personaje que tiene un problema madurativo, que tiene una enfermedad. Cómo se ve desde la perspectiva del personaje y del personaje de la madre, cómo se sobreprotegen determinadas cosas y se la limita a una exploración personal, exploración del cuerpo y de la libertad por causa de esta condición, que en realidad no tiene que significar esta restricción, pero estamos llenos de estos relatos, de estos discursos, donde las cosas deben ser así en la forma. Es un poco el levantar la tapa de esta situación y ver en verdad qué transcurre sobre lo que nos decimos”, expone la directora.
A su vez, Guerra sostiene que además de estas feminidades, se expone una masculinidad específica.
“Trigal es una película inteligente que aborda la feminidad, el proceso de la mujer en muchas etapas, pero también cierta masculinidad específica del lugar geográfico donde sucede la película. Me parece muy poderoso el retrato de la masculinidad dentro de este contexto, en la retroalimentación entre feminidad y masculinidad”, dice el actor también de Colosio El Señor de los Cielos e Ingobernable.
No obstante, admite la dificultad para interpretar a un hombre de su edad (40 años) que seduce a niñas.
“Hay otra parte que tiene que ver con lo técnico, con que hay que solucionar ciertas cosas. Y con que no se nos puede olvidar, que ahora son mujeres (Emilia y Abril), pero en aquel momento tenían 13 y 14 años. Ahí entra una cosa que tiene que ver con un aspecto más técnico, más con que queremos lograr esto y cómo podemos lograrlo sin dejar huella de por vida en estas actrices, sin dejar una huella de por vida en estas niñas, porque justo de eso habla esta película, de esta exploración.
“Ellas dos estaban explorando como mujeres, como personas, dentro de la película, porque había muchas cosas que eran primera experiencia, que además era filmada. Eso es complejo. Pero fue un proceso muy sencillo en ese sentido, lo caótico venía en lo mental, venía de que yo tengo una hija un par de años mayor que ellas, en que yo tenía que sacarme de encima muchas cosas para poder abordar al personaje con verdad”, dice el actor nacido en La Habana, Cuba, y casado con la actriz Zuria Vega.
Al respecto, Abril Michel, quien debutó en 2020 en cine con Se busca papá, habló de su personaje, en relación a la pregunta sobre qué opinaban de la cultura de la cancelación y cómo repercutiría en Trigal.
“No sé mucho de eso. Pero, lo que sí puedo decir, hace rato nos preguntaron sobre el abuso sexual y eso. Yo lo único que puedo decir es que esos temas, que son delicados y puedo decir ilegales, en esta película se tocan muy sutilmente. Al final, JC no es malo, simplemente es un hombre, y Cristina y Sofía simplemente son unas niñas que ya se están volviendo señoritas. Pienso que es natural, fuera de juzgarlo si está mal o está bien, es algo natural que en algún momento de la vida a todas nos pasa”.
