Viktor Shklovski

Viktor Shklovski, de los escritores más extraños e incompresibles

La obra del crítico ruso rebasa las teorías literarias y de la lingüística, reconoció el integrante de El Colegio Nacional, Christopher Domínguez Michael

Viktor Shklovski fue uno de los escritores “más extraños, inasibles e incomprensibles” del siglo XX, “un gran pagano” que concebía al mundo lleno de formas maravillosas a las que la literatura debía “absorber, preservar y transformar”, aseguró Christopher Domínguez Michael, miembro de El Colegio Nacional.

El crítico ruso nacido en 1893 fue el protagonista en la conferencia Formalismo ruso III. Viktor Shklovski en su esplendor que, como parte del ciclo Grandes críticos literarios de siglo XX, dictó el colegiado.

“Vamos a finalizar con el formalismo ruso, si es que se puede finalizar con algo tan vasto y fecundo, con la figura más esplendorosa y más longeva: Viktor Shklovski, uno de los críticos literarios y uno de los escritores más extraños, inasibles, incomprensibles, simpáticos del siglo XX”, dijo.

Aunque el crítico literario no hablaba ninguna lengua que no fuera el ruso, era “un personaje enormemente cosmopolita por la riqueza de influencias que atraviesa su obra: un hombre que, salvo el exilio breve en Berlín, casi nunca vivió en el extranjero”.

Para Domínguez Michel, la obra del escritor rebasa las teorías literarias y de la lingüística e incluso el formalismo ruso, “es un personaje interesante, de quien hemos ido sabiendo poco a poco y lo primero que se conoció en español fueron los libros que sacó Anagrama, hacia 1984, la fecha de la muerte de Shklovski, que son Viaje sentimental. Crónicas de la Revolución rusa, y un texto muy extraño llamado Zoo o Cartas de no amor”.

El ruso, según el colegiado, fue un gran aforista, un amante de la sentencia breve; su teoría del lenguaje coincide en términos generales con lo que era el formalismo, pero a la vez no se sujeta a leyes ni a reglas.

Hombre de acción y de reflexión, participó en la Primera Guerra Mundial y durante la Revolución rusa se desempeñó como conductor de vehículos blindados, historia, dijo Domínguez Michel, que se terminó reflejando en su obra, en particular, en el conocimiento de su crítica literaria, lo que ocurrió, en un principio, a partir de la crítica italiana, donde se cuenta con una escuela sobre Shklovski muy poderosa, “ellos fueron los primeros en traducirlo en Occidente”.

Su principal fama teórica, señaló, se inició a partir de un texto que apareció por primera vez en Francia, luego en español en la antología Teoría de la literatura de los formalistas rusos, de Tzvetan Todorov, donde aparece El arte como artificio, una reflexión sobre la forma como elemento fundamental de la creación literaria, “no había manera de explicarse la literatura si no se tenía conocimiento de las herramientas del lenguaje con la cual se construía la literatura”.

“El arte para Viktor Shklovski, fuera literario o cinematográfico, estaba basado en la forma de contar y, a diferencia de otros formalistas rusos asociados al estudio de la poesía, él lo hizo al estudio de la prosa; uno de sus libros más importantes se llama Teoría de la prosa”, destacó.

Sostuvo que a diferencia de Bajtín, Shklovski se enamoró de toda la vida de Tolstói y no le gustaba Dostoievski, decía “una cosa muy interesante o muy venenosa y puede ser aplicada como un dardo contra Bajtín: ’si nosotros nos imaginamos un personaje literario de Tolstói es un lector como nosotros, sobre todos los de Guerra y paz y de Anna Karenina, han leído muchas cosas o parece que han leído muchas cosas, mientras los personajes de Dostoievski parece que sólo han leído a Dostoievski”.

“Para el escritor ruso, los personajes de Dostoievski piensan, caminan, hablan y son, finalmente, como Dostoievski. Para un personaje de un optimismo sorprendente, dado la naturaleza que le tocó vivir en el estalinismo, llama la atención su apetencia por Tolstói y su felicidad por encontrar en Tolstói en especie de arca de Noé donde estaba toda la creación concentrada”

A pesar ello, la manera en que leía a Tolstói tampoco era complaciente: a diferencia de muchos críticos, a Shklovski le parecía secundario el discurso humanitario, religioso, político o teológico de Tolstói, pues rara vez se detiene en ello, como lo hacía en las escenas, “llevándonos por un camino inesperado que dice que no se escuche lo que están hablando Anna Karenina y equis personaje, sino que vean lo que está pasando alrededor, fíjense en ese caballo, oigan la rueda de la carreta que conduce ese caballo”.

Desde esa perspectiva de la crítica, la literatura es un organismo lleno de formas, pero no formas que generen leyes, sino un mundo visto a través de una suerte de caleidoscopio, cualidad que protegió a Shklovski de haber sido tomado de manera literal por los teóricos que siguieron al formalismo ruso.

La crítica de Viktor Shklovski, dada la larga vida que tuvo, es inmensa, pero difícilmente genera teorías literarias decisivas: es, de entre los críticos literarios del siglo XX, de aquellos que reivindican más la libertad y él se asume como una especie de lector “que va guiando hacia lo inesperado, a lo poco habitual”.Viktor Shklovski

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