Tras obligar a todas las mujeres a cubrirse cuerpo y cara con burka en los lugares públicos, ahora el régimen talibán en Afganistán ha ordenado que todas las periodistas se cubran la cara cuando aparezcan en televisión, dejando únicamente a la vista sus ojos.
Algo que no llama a asombro, pues desde el retorno del régimen talibán al poder, la preocupación de las ONG y la sociedad en general era la inminente anulación de las garantías individuales y derechos humanos de la población en Afganistán, en especial de mujeres y niñas.
Los gobiernos occidentales quisieron sedar su conciencia con la muy cuestionable promesa del talibán sobre velar los derechos humanos de la sociedad y con un simple exhorto de la alta comisionada Michelle Bachelet para que adoptase normas de gobernanza responsables y respetuosas con los derechos humanos, y a que trabajaran para restablecer la cohesión social y la reconciliación.
Algo que resultaba sumamente tibio teniendo el precedente del primer gobierno talibán. En su primer régimen, entre 1996 y 2001, los talibanes confinaron a las mujeres al hogar y les impidieron trabajar o estudiar.
En enero, António Guterres, secretario general de la ONU, ante la emergencia por el crudo invierno en Afganistán, compartió en sus redes:
La vida cotidiana se ha convertido en un infierno congelado para el pueblo de Afganistán.
Como una cuestión de responsabilidad moral, y de seguridad y prosperidad regional y mundial, no podemos abandonarlos.
Necesitan paz. Necesitan esperanza. Ellos necesitan ayuda. Y lo necesitan ahora.
No obstante, no se ha hecho una demanda lo suficientemente enérgica ante el borrado de las mujeres (este sí es un borrado real, no meramente ideológico) que se está realizando en el país de Oriente.
En septiembre, algo más de un mes después del derrocamiento del anterior gobierno afgano y de la toma del poder por parte de los talibanes, los niños de todas las edades y las niñas menores de esa edad empezaron el curso escolar con relativa normalidad.
Pero en marzo del presente año, el régimen extremista decidió que las niñas a partir de los 12 años no podrían regresar a las escuelas: “Informamos a todas las escuelas secundarias de niñas y a las que tienen estudiantes femeninas por encima de sexto curso [12 años] que no tendrán clases hasta próxima orden”.
¿Con qué derecho se margina a toda una generación del acceso a la educación? ¿Con que autoridad se anula el futuro, los sueños y esperanzas de miles de jóvenes?
Con el derecho que el silencio de Occidente les da. Con nuestra indiferencia e indignación selectiva.
Porque el mundo ha mostrado que entre las víctimas y refugiados hay niveles. Que aun entre los iguales… hay unos más iguales que otros.
También te puede interesar:
Solnit, lejos de la expresión literaria
100 million people have now been forced to flee their homes.
This is not a refugee crisis – refugees are not the cause.
This is a political crisis, and it will only be solved with solidarity and political will. pic.twitter.com/npPAbbZ08c
— António Guterres (@antonioguterres) May 23, 2022