Anoche la temperatura parecía más agradable que en días pasados, cuando el frío rasgaba la piel y montones de cobijas me ayudaban a conciliar el sueño; esta madrugada fue distinta, sentía mucho calor que me invitaba a no taparme para dormir más fresco y relajado, pero poco después de entrar a la profundidad del sueño, un sonido conocido empezó a merodear mi almohada; me levanté a buscar al intruso, viéndolo desaparecer entre los objetos que estaban alrededor.
Con el tiempo aprendí cómo “cazarlos” y evitarlos; en el primer caso, regreso a la cama, me mantengo en silencio y con la lámpara del celular lista para cuando vuelva a escuchar el “motor” de sus alas transparentes merodeando.
De vez en cuando con mi lámpara “perimetral” busco en los rincones, en las paredes o en el techo en busca de esa diminuta silueta del mosquito hembra hematófaga que busca mi sangre.
En cuanto entramos en combate, dependiendo el “enemigo” es el resultado; si se puede capturar, lo hago para después liberarlo afuera de la casa para que vaya a molestar al vecino; y si se resiste, un almohadazo o una palmada puede ser su perdición.
Para evitarlos, trato de no dejar utensilios con agua en mi balcón, ya que sí los mosquitos lo encuentran, ahí dejan sus huevecillos, de los cuales saldrán larvas (que si se observan bien) parecieran un extraterrestre que tanto nos han enseñado en las películas.
Así como se teme a los seres de otros mundos, también debemos tener cuidado con los mosquitos, ya que de las 2 mil 500 especies que existen, hay unas que transmiten enfermedades como la malaria, el dengue, la chikunguña o el zika, y pueden dejar incapacitada temporalmente a millones de personas.
Por ello también es recomendable el uso de mosquiteros o de plantas como lavanda, citronela, romero, albahaca, y sobre todo, evitar el estancamiento de agua, donde proliferan estos endemoniados insectos.
Si eres un apasionado por la vida de los insectos y arácnidos, compartir nuestra recámara con alguna araña patona puede también ayudar, ellas se encargarán de terminar con la molestia voladora.
Y si un pequeño mosquito no me deja dormir, encontrar uno muy parecido, pero tamaño familiar es el terror, que si no estamos familiarizados con él, tendrá la misma suerte del almohadazo.
Hablo de la Típula, un insecto que se alimenta de plantas, pero dado su parecido en su fisonomía al mosquito, muchos lo matan sin saber que es totalmente inofensivo, que entre su alimentación están las raíces, desechos e inclusive algunos pueden llegar a comerse a las larvas de mosquito y que carece de piezas bucales para picar; de estos insectos se estima que hay mil 256 especies.
Les paso un tip que me ha resultado infalible en la batalla nocturna contra los mosquitos, consiste en destapar a nuestra pareja que duerme como tronco y convertirla en señuelo para cuando llegue el mosquito ¡zas!, darle el golpe certero con la almohada rellena de ropa vieja: no falla, dos por uno. ¡Hasta pronto estimados lectores!
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— Mexjesus (@JesusPenaJ) October 7, 2022