Entre los iguales, hay unos más iguales que otros; esto resalta con la atención desmedida que ha recibido el ingreso de Caitlin Clark a la Women National Basketball Association o WNBA.
Durante gran parte de los últimos dos años, Caitlin Clark ha sido la pieza central del mundo del baloncesto universitario. Fue llamada por su paso en el deporte colegial como un “talento generacional”. Su entrenadora la describió como algo inimaginable en cancha y sus juegos levantaron audiencias récords.
Sus estadísticas fueron grandiosas, pero más aun la parte extracancha, donde el alcalde de Iowa, Bruce Teague, Caitlin Clark y el equipo universitario generaron una asombrosa cantidad de 82.5 millones de dólares a la economía local.
Según On3, el valor de su nombre e imagen rondaba a inicio de año el millón de euros y ya había firmado contratos con grandes compañías como Nike o Gatorade. En octubre de 2023 selló un acuerdo con State Farm, marca con la que graba anuncios con jugadores de la NBA como Jimmy Butler y que comparte con estrellas mundiales como Patrick Mahomes.
Pero ahora toca el turno en lo profesional y algo parece no cuajar. Algunos medios lo resumen de esta manera: las Indiana Fever ya han superado la asistencia total a sus partidos en casa de la temporada pasada: de 81 mil 336 espectadores en todo un curso a 82 mil 857 en sólo cinco encuentros.
Pero a nivel profesional “la número 1 del último draft vive un duro proceso de adaptación a la liga profesional, con malos porcentajes de tiro, agotamiento y como centro de las iras de unas rivales que tratan de achicar a la novata”.
También ha sido centro de jugadas no deportivas y provocaciones en juegos, a pesar de ello fue elegida la mejor novata del mes de mayo de la WNBA y más recientemente la polémica ha sido su aparente exclusión de los próximos Juegos Olímpicos.
Con ello ha surgido de manera casi obligada la narrativa entre negros y blancos en torno a su meteórico ascenso y a “dobles raseros” para algunos.
Del lado de la defensa de Caitlin Clark (¡qué raro!) se han sumado muchos. Entre ellos Stephen A. Smith, uno de los analistas más conocidos en Estados Unidos, quien aseguró que algunas jugadoras de la WNBA están celosas de la jugadora de las Fever y que todo es una cuestión racial.
¿Pero racial para quién? Si bien no se justifican las agresiones de ningún tipo en el juego, ¿qué factores han contribuido para que los ojos de los patrocinadores estén en ella, la preocupación por su bienestar y las voces de los medios defendiéndola?
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No se puede más que entender lo que pasa a nivel de cancha comparándolo con lo que sucede en la vida cotidiana. Las coberturas mediáticas de las víctimas de violencia suelen impactar más si la víctima es de un sector privilegiado de la sociedad a que si es alguien marginal. Pues en nuestro imaginario social esta persona no debería estar sufriendo mientras las segundas es lo usual.
Pasa lo mismo con las coberturas de violentadores: si el perpetrador es racializado es criminal, pero si es de raza blanca será más propenso a ser tratado como alguien con trastornos mentales.
Por desgracia no hemos logrado despojarnos de nuestros prejuicios ni en la cancha… y el racismo sigue metiendo tripletes en nuestra sociedad al día de hoy.
fit of the night 🪩✨
Caitlin Clark was dressed in Prada last night, the first time Prada has dressed anyone for the @WNBA or @NBA draft. pic.twitter.com/eDaetRYTV7
— Indiana Fever (@IndianaFever) April 16, 2024