Permítaseme una licencia, una incursión más de la literatura en terrenos musicales, para intentar dar una imagen lo más cercana de un genio que ha partido de vuelta convocado al Olimpo. Y por eso habrá que evocar un verso de León Felipe en esta hora oscura del rock: todos lo llamaban Beck, pero Dios le decía Jeff.
We are deeply saddened to hear of Jeff Beck’s passing. He was and always will be an inspiration. Our sincere condolences to his family, friends, and fans. Rest easy, Jeff. Thank you for the music. pic.twitter.com/XiYVFgwoGt
— Gibson (@gibsonguitar) January 11, 2023
Este héroe de la guitarra que ha tomado camino el lunes pasado voló pronto, tan rápido como sus dedos sobre las seis cuerdas, hacia la élite del instrumento. Empezó con un par de bandas británicas hechizadas por la evolución en curso a principios de los años sesenta, con fusiones de blues y jazz, y sobradamente joven le llegó su tiempo: relevar a otro chico, Eric Clapton, en un grupo explosivo: The Yardbirds.
Vaya banda, amable lector, que fundó con su secuencia de guitarristas una entidad inmortal más allá de su propia fama. The Holy Trinity, expresión sagrada del rock, llamaron entonces a los tres egresados de tan memorable agrupación. Alice Cooper pone los nombres en su dimensión: Eric Clapton es un gran guitarrista de blues; Jimmy Page, un gran guitarrista de rock; Jeff Beck, un gran guitarrista, el mejor, el más técnico.
Jeff era un virtuoso, un gran guitarrista, sofisticado, técnico, con rangos, pero no escribía rolas, reclamaba Ritchie, quien ha emitido opiniones similares sobre otros héroes de la lira, como Joe Satriani y Steve Morse: “Ellos nunca se equivocan, son espectaculares, sumamente técnicos. Hendrix, en cambio, se equivocaba una y otra vez, pero era creativo y esa es la diferencia”.
Page despidió a su antiguo camarada, muerto el lunes por una complicación de meningitis a los 78 años, con un sentido mensaje en el que destaca su técnica única y una imaginación sin límites, mientras que la cantante Ann Wilson, lideresa de aquella banda Heart, lo llamó a continuar el viaje y hallar nuevas armonías. Ronnie Wood, Mick Jagger, Rod Stewart y David Gilmour, entre decenas de grandes estrellas de la élite, se unieron al duelo en sus redes sociales. Paul Stanley, Ozzy Osbourne y Johnny Depp…
Después de décadas de rock y música y excesos y esos debates sobre música y creación, resultan inevitables los saldos, las etiquetas y las clasificaciones. Ganó ocho premios Grammy con una producción breve y en la lista de los cien héroes de la guitarra de todos los tiempos, la revista Rolling Stone lo coronó en quinto lugar detrás de Hendrix, Clapton, Page y el inmortal Keith Richards. Note usted, querido lector, que en ese top five no figuran monstruos como Carlos Santana, el propio Blackmore (Deep Purple), Mark Knopfler (Dire Straits), Tony Iommi (Black Sabbath) ni Tom Scholz (Boston). Además, fue entronizado dos veces en el Salón de la Fama del Rock.
Sus colaboraciones fueron no menos legendarias. Tocó con Rod Stewart, a quien llevó junto con Wood por vez primera a Estados Unidos recién fundada su banda personal en los años sesenta, pero no dejó pasar la oportunidad de alternar con sus antiguos coequiperos Clapton y Page, reviviendo La Santísima Trinidad de ex Yardbirds, en el Royal Albert Hall de Londres en 1983, aunque también son célebres sus palomazos con los Stones, con Jon Bon Jovi y con los Pretenders de Chrissie Hynde, quien lamentó que haya partido “el héroe de la guitarra de los héroes de la guitarra”.
El Olimpo al gran Jeff ha llamado, parafraseando ahora un verso de Rubén Darío, y tiembla la Tierra.
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