Frankenstein y el seudoperiodismo

Para acallar la verdad fueron insuficientes exterminio, planes perversos para ahogar económicamente a medios críticos y la persecución de periodistas
Ivette Estrada una de las raíces de la felicidad: gracias.

Para acallar la verdad fueron insuficientes exterminio, planes perversos para “ahogar” económicamente a medios críticos y persecución de periodistas. Entonces apareció un vodevil siniestro: el seudoperiodismo, creador de la infoanemia o contenido insustancial que no aporta valor al consumidor.

El nuevo Frankenstein es un tipo de periodismo sensacionalista que suele sacar a la luz informaciones aparentemente científicas no contrastadas, verificadas o validadas, pero que persigue el reconocimiento, respetabilidad y ser considerado como periodista o investigador de calidad y vanguardia. Tales objetivos son “imanes” para quienes buscan notoriedad, visibilidad y prestigio.

Si antaño personas sin dotes ni conocimiento sobre una materia, solían ingresar a la política para asegurar una cota de visibilidad y prestigio, ahora la falta de pericia, conocimientos y destrezas “salta” al ámbito periodístico, una arena representativa de notoriedad y fama.

el seudoperiodismo, creador de la infoanemia o contenido insustancial que no aporta valor al consumidor.
Es un tipo de periodismo sensacionalista que suele sacar a la luz informaciones aparentemente científicas no contrastadas. Imagen Freepik

Y en pos de ellas, se busca atraer la atención del público con grandes titulares, noticias impactantes o “extraordinarias” que logren captar mayores lectores y audiencias. El sensacionalismo impera. El seudoperiodismo.

Este tipo de periodismo y seudoinvestigación busca ser la punta de lanza de una nueva clase de periodismo de divulgación: más abierto, menos dogmático y más “entretenido”. En suma: con mayor potencial comercial.

El simplismo y diversión se imponen a la veracidad e información. Ya no se trata de generar un marco contextual y allegar información que permita enriquecer la percepción de las audiencias, sino que las noticias ahora deben ser impactantes.

Así, se busca activar sustancias químicas en nuestro cuerpo como dopamina, serotonina, noradrenalina, endorfina e incluso cortisol, la hormona que media en los estados de estrés y ansiedad. Nos subimos a un “subibajas” emocional ficticio, pero altamente adictivo y rentable.

Los contenidos que imperan en las redes sociales y el seudoperiodismo nos generan adicción a la emoción, episodios “interesantes”, relevantes e información que desafía la lógica y las leyes científicas en aras de la diversión. No importa si en esta selección imperante se abona a la superficialidad, simplismo y maniqueísmo. Es como si ejerciéramos una lucha continua por no pensar y envolvernos en una rutina de consumismo de noticias.

¿Qué factores inciden en la peligrosa atracción del seudoperiodismo?

Una explicación al seudoperiodismo puede darse por los afanes comerciales de la industria de la información que estableció un maridaje con el entretenimiento. Si consideramos que la función fundamental de la prensa es informar y formar, también debe considerarse que medios como la radio, televisión o Internet están más enfocados al entretenimiento porque nacieron para ello.

Entonces apareció un vodevil siniestro: el seudoperiodismo, creador de la infoanemia o contenido insustancial que no aporta valor al consumidor.
La función fundamental de la prensa es informar y formar. Foto: Pixabay

Sin embargo, en algún momento abrieron sus espacios a la información y tienen la ventaja de la inmediatez sobre los medios impresos, aunque ello implique el riesgo de cambiar la noticia por el sensacionalismo y crear la peligrosa mercancía del infoentretenimiento. ¿La razón? Impulsar la comercialización. Catapultar el número de audiencias, establecer públicos cautivos con divertimento, aunque sea efímero, hueco e insustancial.

Con frecuencia el seudoperiodismo intenta reclamar la respetabilidad que su metodología nunca podrá garantizar.  Otra cara de esta adicción a la notoriedad es el fake news.

Entretanto, los seudoperiodistas o “periodistas patito” recorren nuestros pueblos y ciudades. Son los Frankenstein de nuestra era.

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