En el macro mundo también existen seres que fingen ser lo que no son para defenderse o depredar. Ese arte natural, donde seres diminutos pasan desapercibidos, perdiéndose entre las ramas, hojas o el suelo, unos maestros del engaño: “Mienten” para sobrevivir, y a esto le han llamado camuflaje o mimetismo.
Vaya que engañan, algunas veces he tenido la oportunidad de comprobarlo. En cierta ocasión encontré lo que parecían ser unas abejas muertas, al acercarme con la cámara pude comprobar que me habían timado, en realidad eran unas moscas de las flores, que a simple vista son muy parecidas a la abeja por la forma de los ojos, el color amarillo y negro de sus pelitos.
En otro atardecer me encontraba “expurgando” entre las hierbas y sobre una hoja nos percatamos de que había un pequeño excremento de algún ave, tenía todas las características: brillo, forma y quizás textura, pero algo me decía que no.
Al enfocar con el lente pude distinguir que esta “popo” tenía patitas. ¡Eureka!, no me pudo engañar esta vez la naturaleza, se trataba de una mariposa nocturna que descansaba tranquilamente.
Pero no siempre es fácil encontrar a estos maestros del engaño, algunas veces sólo me he percatado de su presencia gracias a que los distraídos mueven alguna antena o patita. Fue así como encontré a este otro insecto que parece una ramita de árbol.
Aunque debo admitirlo, me engañó tan bien que hasta la segunda vez de acercarme me di cuenta del timo, ya que pensé una ninfa de mantis y no fue hasta que enfoqué su rostro y vi sus facciones que pude de nuevo sorprenderme.
Y ya que hablé de las bellas mantis, estas también pasan desapercibidas entre las plantas, que dependiendo del entorno eligen el color entre verde y café para hacerse invisibles y esperar pacientemente a sus víctimas, para aprisionar con sus tenazas y devorarlas vivas.
Hay otros insectos que son más “fáciles” de encontrar, si es que se conoce el sitio donde andemos. Como es el caso de estas orugas, que se reúnen en el tronco de un árbol, confundiéndose con la textura de la corteza, que solo si nos concentramos podemos ver sus ojos y pequeños movimientos.
O qué decir de esos otros insectos que de igual manera fingen ser protuberancias de la madera, pero si sienten la presencia de algún depredador se dejan caer al piso, haciendo muy difícil la tarea de ubicarlos de nuevo. Ya me pasó… ups.
Hay otros que parecieran ser espinas que de repente brincan y es cuando te percatas que tienen ojos, escribo de la extensa familia de los membrácidos, que no solo se saben el arte del engaño, sino también del arte de extraordinarias formas.
Y por último, ustedes disculparán si vuelvo a hablar de las mariposas, aquellas que por sus colores, texturas y dibujos de sus alas, pasan a engañar a ojos distraídos. Como aquella mariposa que su error fue pararse en el suelo y fue fácilmente distinguible, a diferencia si se hubiera posado entre las hojas caídas por el otoño.
O las mariposas que sus alas simulan ser ojos y así engañar a sus depredadores.
Como ya se habrán dado cuenta estimados lectores, la ingeniería de la naturaleza es infinita y a veces muy embustera, por lo que en algunas ocasiones para determinar una especie de algún animalito se necesita de un microscopio.
Sí, así como lo leen y es por ello que aprovecho para enviarles mi más sincero reconocimiento a todas esas personas que estudian biología, entomología, etc., ya que, aunque es apasionante este mundo animal, es muy inmenso y por ello mi total admiración.
Muchas gracias por leer y observar las fotografías. Hasta la próxima, estimados amigos.
También te puede interesar:
Insectos, el mundo sin ellos
Una esmeralda con esencia https://t.co/LJjMDs2vHU vía @fusilerias
— Mexjesus (@JesusPenaJ) November 25, 2022