El mismo Mario Bellatin coloca una acotación a modo de advertencia al inicio del libro La escuela del dolor humano de Sechuán sobre las «reglas del juego» para llevar el texto a las tablas: habrá que ser muy cuidadoso con la claridad con la que se deben expresar las formas de representación por las que este tipo de teatro debe transitar. La compañía Festín Efímero acepta las reglas, el desafío lanzado por el autor, y logra cuadros punzantes, hirientes y educativos en la versión presentada en el Centro Nacional de las Artes.
Los provechos del dolor resultan materia de El Pedagogo, encarnado por José Juan Sánchez, quien estudia los procesos, los describe y les otorga sentido. Las historias giran: La peor alumna en La escuela del dolor humano de Sechuán, quien narra la pifia en su encargo de ahogar niños prohibidos por el cruel límite gubernamental; La viuda, describiendo tragedias lastimosamente conocidas, de un territorio con sus violencias y desapariciones, sus fosas, y El niño recordándose en un entorno hermético debido a la vergüenza provocada a sus padres entre su prótesis de mano y una extrañeza naturaleza.
Todo se transmite mediante el noticiero, con un presentador burlón metido en oscuras actividades al salir de cuadro. Los personajes son entrevistados, dando la sensación de un fondo común para los cuadros que pintan; sin embargo, el director, Guillermo Revilla, juega con estas piezas que no son sino los filos con los que el público decide o no herirse psíquicamente para conseguir un poco de la experiencia y la catarsis propuesta.
Destacan el trabajo corporal y vocal de Priscila Imaz (La viuda), quien maneja el escenario con momentos precisos para explotar y desestabilizar, así como el aplomo actoral de Tania María Muñoz (La peor alumna), quien desde las alturas mantiene la potencia interpretativa. También el tratamiento del personaje de Andrés Tirado (El niño) proporciona una atmósfera de suspenso en su relato y el ácido tono de Edgar Valadez y su presentador de noticias.
La tecnología le puede hacer alguna mala pasada al elenco, pero sin demeritar el trabajo ni afectar la fuerza del producto, pues nos regala un rito sin mito en que cada espectador ocupa los vacíos con significados propios.
En escena y por circuito cerrado, un tatuador realizar arte corporal en vivo.
Las funciones son de jueves a domingo a las 19 horas hasta el 22 de mayo (con excepción del 5 de mayo) en el Foro de las Artes, Centro Nacional de las Artes, con costo de 150 pesos por persona.
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— Festín Efímero (@FestinEfimero) May 2, 2022