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Filmé ‘Silencio Radio’ para no ser cómplice de la censura a Aristegui: Juliana Fanjul

El documental se estrena en un año en que al menos han sido asesinados cinco periodistas y Aristegui se convirtió en blanco de las condenas de AMLO

La cineasta Juliana Fanjul (1981) se tomó como algo personal el despido de Carmen Aristegui de MVS en 2015, supuestamente por reportajes sobre la corrupción en el gobierno de Enrique Peña, porque desde niña escuchaba a la periodista en radio, y desde ahí fraguó su documental Silencio Radio (2019).

“Sentí la necesidad de reparar algo que me hacía falta, hacer algo para no sentirme cómplice de un silencio que se imponía a Aristegui, en un momento en que México también enfrentaba un momento difícil, con toda la violencia que le golpeaba”.

En entrevista, Fanjul, quien ahora reside en Suiza, cuenta que tardó semanas en llegar a Aristegui y obtener su anuencia para poder grabarla a ella y a su equipo, dentro de las oficinas que se estaba construyendo tras el cese. Incluyó en el filme testimonios de colaboradores de Aristegui, como los reporteros Juan Omar Brito y Rafael Cabrera.

“Quería filmar cómo se estaba tejiendo la historia en ese momento, no sólo contar lo que ya había ocurrido. Se hizo poco a poco, con mucha sinceridad y respeto. A la propia Carmen le han preguntado por qué nos dio acceso y ella ha contestado que porque no nos veíamos peligrosos”.

Dice que en Aristegui descubrió a una persona muy consciente de su poder, pero de humildad y sencillez impresionantes; con gran sentido del humor, “profundamente humana”, que mantiene una relación cordial y respetuosa con su equipo, además de “perfeccionista e increíblemente meticulosa con cada una de las palabras que elige para sus investigaciones”, lo mismo si está frente al micrófono o no.

La pandemia vino a interrumpir la difusión de su documental, el segundo en torno a Carmen Aristegui después de Voces silenciadas, libertad amenazada, que Maricarmen de Lara dirigió en 2008 como un alegato en favor de las libertades de prensa y expresión, tras la salida de la periodista de W Radio.

Después de su paso por festivales nacionales e internacionales virtuales, como el Ficunam, Ambulante o el de Guanajuato, Silencio Radio se estrenó a mediados de enero en la cartelera comercial y cultural y continúa en salas de la Cineteca Nacional y de su circuito en ciudades de los estados, en un año en que al menos han sido asesinados cinco periodistas en el país y Aristegui se convirtió en blanco de las condenas del presidente Andrés Manuel López Obrador, que en aquel 2015 fue uno de sus defensores.

Se trata del segundo largometraje de Fanjul, después de Muchachas (2015), sobre las trabajadoras domésticas de su familia, aunque antes ya había hecho un corto en Cuba, Si seguimos vivos (2010), como trabajo de graduación en la Escuela Internacional de Cine y Televisión San Antonio de los Baños.

La noticia del despido de Aristegui la sorprendió mientras se encontraba estudiando en Europa.

—¿Qué es el silencio para usted?
—Fue lo que sentí en el extranjero: de repente había un vacío intenso entre mi país y yo, el silencio de repente fue brutal. Acababan de desaparecer a los estudiantes de Ayotzinapa cuando meses después la voz de Aristegui dejó de sonar. En su programa empezábamos a tener las primeras luces sobre qué les pudo haber pasado a los normalistas. Recuerdo cuando, en un programa, ella convocó a sobrevivientes y a padres y madres de los desaparecidos. Entonces su salida para mí fue el silencio, oscuridad total, porque sabíamos que seguían ocurriendo cosas a diario en México, pero había una imposibilidad de saber con detalle qué eran. Que desapareciera la voz de Aristegui para mí, viviendo yo en el extranjero.

Fanjul, licenciada en Comunicación por la Universidad Iberoamericana, sostiene que abordar el tema de la supuesta censura tenía un contexto para ella “profundamente personal”, además de que sus preocupaciones como cineasta están enfocadas a las problemáticas femeninas y las relaciones de poder.

—En México, los periodistas ahora son la nota, como se dice en la jerga.
—Yo no sé por qué los periodistas sean hoy la nota. Yo, de lo que estoy segura, es por qué decidí poner a Carmen y a su equipo en el corazón de mi película, por qué intenté ponerles un reflector. Como decía, la censura a Aristegui fue lo que a mí me tocó. No obstante, estoy consciente de que entonces, como ahora, es mucho peor la censura que intenta callar a los periodistas asesinándolos. Yo quería contar la historia que a mí me tocaba, y esa era la historia de Carmen. Quería contarla fuera de México, lograr un altavoz para que se supiera lo que estaba pasando, cómo estaban callando, censurando, asesinando. La película también lo relata. Cuál es la importancia de los periodistas en una sociedad democrática y de que la sociedad civil, yo, una simple radioescucha, se involucre en la vida política del país.

—¿Por qué, como documentalista, abiertamente toma partido por Aristegui, se introduce como un personaje? ¿Qué pasa con la objetividad en Silencio Radio, en periodismo en teoría eso es básico?
—Muy buena pregunta. Creo que lo que nos diferencia radicalmente al periodismo y al cine documental —que no al reportaje informativo— es, justamente, esa subjetividad. Nosotros, como autores de estos relatos cinematográficos, buscamos justamente reafirmar nuestra subjetividad, nuestro punto de vista. Esa historia de la censura a Carmen, lo de la casa blanca de Peña Nieto, la conocen prácticamente todos los mexicanos. Para mí era muy importante contar la historia desde mi perspectiva, porque hay muchas versiones quizás, pero ésta es como yo la viví. Entonces, yo quería apropiarme de la historia a partir de una narración en primera persona, y ser muy clara respecto a que esta era mi visión de la historia.

—Al final, me queda la impresión de que su filme no es sobre Aristegui en sí, sino sobre la censura.
—Me alegra mucho que así lo veas. Mientras yo buscaba financiamiento, me preguntaban si era una película sobre México, sobre Aristegui. No quedaba claro, porque no terminaba por ser un filme sobre Aristegui únicamente. Mi intención siempre fue contextualizar y hacerla mucho más amplia, no sólo trazar esa historia sobre ella, sino hablar también de lo que se vivió en ese momento. Y, por supuesto, exponer a la luz la problemática de los periodistas en México, que hoy todavía es el segundo país más peligroso para los periodistas, es una problemática que rebasa el caso de censura a Carmen, que se resolvió en la justicia. El problema de los periodistas, de la violencia, de los cárteles, de su relación con gobiernos locales y aun federal, en ese sentido me interesaba que la película se pudiera dibujar.

—¿Qué lectura tiene de que ahora el presidente Andrés Manuel López Obrador ataque a Aristegui, cuando en 2015, después de sus trabajos sobre Peña Nieto y el gobernador de Jalisco Enrique Alfaro —a quien la periodista vinculó con el narco— y su despido, le expresaba su apoyo?
—La relación entre López Obrador y la prensa es muy diferente a la que se estableció en gobiernos anteriores, hay muchas cosas que se pueden celebrar, quizás desde la teoría. Pero lamento que el presidente pueda desacreditar la carrera completa de una periodista por una investigación, en la que puede estar o no de acuerdo, pero, con la presencia que tiene en México, no se puede desacreditar una carrera como la de Aristegui. Eso queda ahí. Y lo más lamentable es la polarización que genera eso en la sociedad, eso es lo más grave, deberíamos estar más abiertos para no caer en esa trampa o juego.

—Termina muy pesimista su filme, a pesar de que se concluyó en 2018 ya con López Obrador como presidente electo. Ninguno de los responsables de la supuesta censura tuvo castigo.
—No es ninguna sorpresa, pero sí lo lamento. Había una esperanza inmensa a la hora de la elección de 2018, la película lo muestra así, como la inmensa fiesta nacional que fue, porque fue contundente la victoria de López Obrador. Y en el país había un deseo y esperanza por un rumbo mejor. Es complicado para cualquier país del mundo evaluar una gestión después de la pandemia. Pero, por supuesto, se esperaría que en muchos aspectos hubiera mejorado México, ciertamente en lo relacionado con parar los asesinatos y censura a periodistas. Es inadmisible cuántos han sido asesinados en 2021 y en 2022.

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Foto: Filmoteca UNAM
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