Desde que el primer fósil del T-rex (Tyrannosaurus rex) fuera descubierto a principios del siglo pasado, el rey de los dinosaurios ha captado la atención de los científicos y, debido a su gran tamaño, su poderosa mordida y sus afilados dientes, se ha fijado en el imaginario popular como uno de los depredadores más formidables que ha habitado sobre la faz de la Tierra.
No obstante, paleontólogos japoneses han descubierto una nueva serie de características en la mandíbula de estos prehistóricos cazadores que lo vuelven «un depredador aún más temible de lo que se creía».
En este sentido, Soichiro Kawabe y Soki Hattori, paleontólogos de la Universidad de Fukui, descubrieron que el T-rex no únicamente tenía una poderosa quijada capaz de destrozar fácilmente los huesos y tejidos de sus presas, sino que también estaba equipada con una compleja red de terminaciones nerviosas que, se sospecha, pudieron haber desempeñado un papel esencial como sensor táctil sensible.
Durante su investigación, cuya versión digital fue publicada recientemente en la revista Historical Biology, Kawabe y Hattori utilizaron tomografías computarizadas para estudiar y reconstruir la morfología y distribución del canal neurovascular de la mandíbula bien conservada de un tiranosaurio hallado en la Formación Hell Creek, en Montana (EU).
Según explica Kawabe, el canal neurovascular de la mandíbula inferior del T-rex contaba con «un patrón de ramificación tan complejo como el de los cocodrilos y patos actuales», lo que podría indicar que «el sistema nervioso del trigémino en el tiranosaurio probablemente funcionaba como un sensor sensible en el hocico».
Debido a la carencia de un grueso tejido neural en el canal, es posible que la sensibilidad del hocico del dinosaurio no haya sido tan alta como la de los animales modernos.
Tras comparar los resultados de las pruebas de imagenología con las tomografías de otros dinosaurios y de cocodrilos modernos, los investigadores lograron identificar que «el canal neurovascular de la dentadura del tiranosaurio presenta una ramificación bastante compleja entre los dinosaurios de la muestra», la cual, sospechan los expertos, está probablemente relacionada con una alta sensibilidad táctil de la dentadura.
Los autores encontraron suficiente evidencia para sospechar que la mandíbula era lo suficientemente sensible para detectar ligeras diferencias de material, texturas e incluso movimiento, por lo que es probable que el depredador prehistórico fuera «capaz de reconocer las distintas partes de sus presas», como huesos, tejidos blandos o músculos, y «comerlas de forma diferente según la situación».
Del mismo modo, señaló Hattori, los resultados de su investigación «sugieren que, además de la depredación, las puntas de las mandíbulas de los tiranosaurios estaban adaptadas para realizar una serie de comportamientos con movimientos finos, como la construcción de nidos, el cuidado de los padres y la comunicación intraespecífica».
Los resultados de su investigación, concluyen los académicos, concuerdan con los análisis craneales practicados en fósiles de Daspletosaurus, otra especie tiranosáurido, y de Neovenator, un tipo de alosáurido, los cuales indican que la zona facial de todos los dinosaurios terópodos pudo ser muy sensible.
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«Un depredador aún más temible de lo que se creía»: descubren terminaciones nerviosas en la mandíbula de los ‘T-rex’ que la hacía sensible al tacto (vía @ActualidadRT @tandfonline @tandfnewsroom) https://t.co/CoVCN9WyOX pic.twitter.com/YsJTzbVz9X
— FundaciónDinosaurios (@FDinosaurios) September 3, 2021