Holbox. El viernes 20 de julio de 1923 a las 8:00 a.m., en la conversión de las calles Benito Juárez y Gabino Barreda de la ciudad de Parral, Chihuahua, fue acribillado el general Francisco Villa, emergido del pueblo y líder nato durante el movimiento de la Revolución Mexicana. El general de la División del Norte venía manejando el automóvil Dodge que lo transportaba de la Hacienda El Canutillo, en Durango, donde vivía desde hacía tres años, a una fiesta familiar en el vecino estado norteño.
Históricamente, su asesinato se atribuyó a un complot iniciado por el legislador duranguense Jesús Salas Barraza y Melitón Lozoya, aunque se llegó a decir que se contó con la anuencia de otro general mexicano: Plutarco Elías Calles.
Incluso se especuló que el atentado contó con el apoyo del gobierno estadunidense, que guardaba un especial rencor histórico contra Villa por ser el único latinoamericano que había invadido territorio norteamericano, en 1916, cuando atacó el poblado de Columbus, Nuevo México, por el apoyo que brindó dicho país a Venustiano Carranza.
Nacido en San Juan del Río, Durango, bajo el nombre de José Doroteo Arango Arámbula, con un padre de nombre todavía incierto y cuatrero que practicó el bandidaje antes de unirse a la batalla maderista contra Porfirio Díaz y sus más de tres décadas en el poder, murió cuando sólo tenía 45 años de edad, logrando batallas importantes en ciudades como Ciudad Juárez, Ojinaga, Torreón, Tierra Blanca, Zacatecas, Paredón y Sayula, y habiendo contraído matrimonio con (dependiendo del historiador consultado) alrededor de 25 mujeres.
Él y sus cinco guardaespaldas de los Dorados, guardia que fue otorgada por el gobierno nacional cuando firmó en Sabinas, Coahuila, el convenio en el cual aceptaba deponer las armas y finalizar así el movimiento revolucionario, fueron heridos de muerte por nueve tiradores con rifles M-40, M-50 y pistolas calibre 44 y 45.
Entre los avances adjudicados a Pancho Villa está la incorporación de “vagones hospital” en trenes que transportaban a las tropas de la División del Norte, la implementación de un sistema de alta eficiencia para plantar y cosechar las tierras de El Canutillo (caracterizadas por una ardua sequía casi perenne durante todo el año) y el establecimiento de escuelas para las hijas e hijos de los campesinos que vivían en su hacienda.
A Villa le alcanzaron 16 tiros, incluido el de “gracia”, justo en la frente, como lo atestigua la máscara mortuoria que fue tomada directamente de su rostro unas horas después al homicidio.
