La diversidad natural de nuestro país es muy rica y basta; desde las grandes ciudades hasta los grandes desiertos, la vida animal se aferra a los espacios que se les ha “invadido”, pero siguen ahí.
Entre estos hermosos seres siempre será sorprendente encontrarse con la paciencia, feracidad y bello camuflaje que las hermosas Mantis demuestran. No es fácil encontrarlas, ya que gracias a su estructura, color y movimientos pasan desapercibidas.
En México se han registrado 50 especies, distribuidas en 21 géneros y cinco familias, en estados como Veracruz, Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Tabasco. Por experiencia personal, las he encontrado en el área metropolitana y en Ciudad de México.
El observar su nacimiento es otra maravilla: una a una las ninfas salen esperando secarse para después empezar la aventura de la sobrevivencia, buscando y devorando a sus presas, empezando desde su nacimiento donde pueden convertirse en caníbales, comiéndose a hermanos que tiene cerca.
Otro aspecto de su alimentación es aquel donde inteligentemente se posan cerca de las flores, donde esperan sigilosamente a que alguna mariposa u otro insecto se acerque para aprisionarlos con sus patas prensiles y devorarlo aún con vida.
Como es el caso que durante la cópula la hembra devora al macho, detalle que algunos expertos comentan que solo sucede en cautiverio.
Esta es la ingeniería perfecta de la naturaleza, donde millones de seres diminutos luchan por comer, reproducirse y morir. Y esto último, muy cerca de nosotros.
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