De los insectos que más me han maravillado, asombrado y emocionado al fotografiar ha sido a la cigarra.
Como fotógrafo tuve la suerte de encontrarla cuando la ninfa se convertía en adulto; un proceso que le llevó 30 minutos o un poco más, dejando su anterior muda en el árbol.
En algunas especies de cigarras, nacen y se entierran en la tierra como ninfas y pueden vivir muchos años dentro de ella, hasta que salen ya convertidas en adultos: un espectáculo “milagroso”.
La cigarra poco a poco emerge y al último extiende sus alas, como si estuviera “inflándose” lentamente, con unos colores entre azul y verde, como luces de neón, esperando a secarse para proseguir con su nueva etapa de vida.
Años antes de vivir esa experiencia, recuerdo haber encontrado sus mudas vacías, semejando a un ser que no era de este planeta dejándome intrigado de saber cómo eran esos seres maravillosos.
Su canto de cortejo, recuerdo, era como melodía que llega y se va, con una sincronización única y que hacía que las noches fueran placenteras para conciliar el sueño y más cuando era acompañado por la lluvia y viento.
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“La mayor cantidad de alimento que consume el ser humano depende de la existencia de estos diminutos amigos, quienes colaboran transfiriendo granos de polen…”
Créditos: Jesús Peñahttps://t.co/tzB3HjlOEm#Polinizadores #Naturaleza #Ciencia
— Fusilerías (@fusilerias) August 26, 2022