Se acerca el 12 de octubre y con ella se da la efervescencia por exaltar el orgullo de nuestros orígenes prehispánicos. Esto no es malo ni criticable. Pero es innegable que hoy en día somos un híbrido en el que es imposible separar nuestras raíces indígenas y lo ibérico en nosotros.
Querer todavía exaltar el valor de lo indígena por encima de lo español, ante argumentos tales como el maltrato o el avasallamiento que sufrieron nuestros antepasados, solo es parcialmente acertado. Pues es error frecuente que solo se vean medias escenas para tener significados y argumentos totalitarios.
El rol de la mujer precolombina ha sido descrito como relevante y de pilar en aquella sociedad. No obstante, este rol va ligado con sus funciones en cuidados del hogar y otras labores. Por ejemplo, en los consejos que daban las madres aztecas a sus hijas acerca de los deberes domésticos, en la Historia General de las Cosas de la Nueva España podemos encontrar lo siguiente: “… [para que] siendo diligente y sabia en su oficio, sea amada y tenida en mucho [y no que] siendo perezosa, negligente y boba sea maltratada y aborrecida.” Pues no debemos olvidar que en la cultura azteca, además de sus funciones del hogar, la mujer se cosificó también como propiedad del hombre.
De ello nos narra María Rodríguez Shadow cuando menciona que los mexicas comenzaron su fase de expansión territorial mediante maniobras militares: “el hombre se transformó en especialista de la guerra [y] las mujeres se convirtieron en el botín que era compartido por los vencedores”. En estas líneas nos resulta difícil no pensar en la Malintzin, quien ha sido criticada y juzgada por siglos pero quienes la entregaron fueron su propia gente. Pues aun las mujeres nobles no escapaban de ello, pues podían ser entregadas en matrimonio, regaladas u ofrendadas a los dioses. Sin olvidar que estaban relegadas de cualquier capacidad de ejercer participación política o cívica.
Y no, esto no se trata de una defensa de la llegada de los españoles o de la Conquista. Sería imposible defender la mortalidad, los malos tratos y el intento de destrucción cultural que aplicaron de forma sistemática, así como el saqueo. Se trata de observar con rigor que, si bien en un tiempo antiguo la mujer precolombina estuvo a la par de ciertas funciones con el hombre, conforme se fueron estabilizando los roles económicos, y se desarrollaron las civilizaciones “la situación presumiblemente igualitaria que pudiera existir entre ambos sexos poco a poco se iría perdiendo en favor de estructuras jerárquicas donde predominaría la dominación de uno sobre otro”.
Este 12 de octubre sí tenemos elementos de reclamar, pero nunca ignorando que los motivos de nuestras quejas no tienen su origen exclusivo en los colonizadores, sino que son propios de los hombres sin distinción de razas.
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“Lo que sabemos del 68 ha sido contado por sus ex líderes. La historia, la contaron ellos, los hombres.”
El #2deoctubre no se olvida,pero la historia si ha olvidado a las mujeres, a Roberta Avendaño , Ana Ignacia Rodríguez , Amada Velasco y Adela Castillejos. pic.twitter.com/R1yoQfO4CO
— Sarai Aguilar A. (@saraiarriozola) October 2, 2022