París. “¡Ha muerto el rey, viva el rey!” Recurro a la tan sobada expresión para referirme, por supuesto, al tenista español Carlos Alcaraz, quien refrendó su categoría y superioridad en la cancha de arcilla al vencer en cinco dramáticos sets (4-6,6-7,6-4,7-6,7-6) al italiano Jannick Sinner, en la final más larga de la historia del torneo de Roland Garros: 5 horas y 29 minutos.
El larguísimo primer juego del set abridor, 12 minutos, presagiaba ya el largo y difícil combate que estaba por venir.
Con esta, su segunda victoria consecutiva en la pista de arcilla parisina, y su quinto “grand slam” a los 22 años, puede afirmarse ya, y sin lugar a duda, que el señor Carlos —ya no Carlitos, por favor— es el heredero natural del trono dejado vacante por ese fenómeno extraterrestre llamado Rafael Nadal, ganador 14 veces de la copa de “Los Mosqueteros”, monarca absoluto, entre 2005 y 2022, de la “terrebattue”, el polvo de ladrillo.
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— Roland-Garros (@rolandgarros) June 8, 2025
La edición de 2025 de Roland Garros habrá servido así para despedir “oficialmente” a “Rafa”, en una muy emotiva ceremonia el primer día del torneo, y para coronar a su sucesor, tras una final que ya los medios aquí, y en todas partes, califican ya de “épica”, “histórica”, “legendaria”…
Y no se exagera, el partido que vimos esta tarde, que se prolongó hasta la noche, fue exactamente eso, una batalla épica, histórica, legendaria, entre dos jugadores fuera de serie que se encuentran muy por delante del resto del rebaño. Son actualmente, así lo dice el escalafón, los dos mejores del mundo, una situación, que, mucho me temo, y lo siento por el resto del rebaño, continuará así por mucho tiempo. No veo, dentro del “top ten” alguien quien les pueda hacer sombra…
Alcaraz contra Sinner, o el nuevo clásico del tenis, lo que hace 15 o 20 años era la rivalidad de Roger Federer contra Rafael Nadal, antes de que irrumpiera el serbio Djokovic: los aficionados al tenis no debemos preocuparnos, el relevo ha quedado en excelentes manos, y el futuro nos depara, estoy seguro, muchas otras finales de “grand slam” épicas, históricas y legendarias entre estos dos jóvenes tenistas.
Alcaraz logró desarmar la perfecta maquinaria de Sinner
Todos, sobre todo los 15 mil que estuvimos ahí, recordaremos durante muchos años, hasta el último de nuestros días, el espectáculo que Carlos y Jannik nos ofrecieron en el estadio Philippe Chatrier. Dejemos a las notas informativas dar cuenta de la estadística, de las increíbles volteretas que tuvo el duelo, de los puntos sublimes que se disputaron, de la manera en que Carlos logró desarmar la perfecta maquinaria de Sinner: fue el tenis en su más alta y hermosa expresión.
¿Cómo hizo Carlos para remontar el partido, luego de ir abajo por dos sets, de salvar, en el cuarto, tres bolas de match?
Mi respuesta es simple: Carlos le aplicó a Jannik la fórmula Nadal: garra, coraje, determinación: nunca, nunca jamás, darse por vencido. El grito de “¡Vamos!” volvió a resonar con fuerza en esta cancha, y, estoy seguro, seguirá resonando, por muchos años más.
En la ceremonia de premiación, los protagonistas de este duelo de titanes supieron condensarlo en pocas palabras: “Amazing performance” (increíble partido), dijo Jannik sobre la actuación de Carlos; “Estamos escribiendo juntos la historia”, replicó Alcaraz. Nunca mejor dicho: la apasionante historia del tenis se seguirá escribiendo de la mano, y las raquetas, de estos dos extraordinarios jugadores. ¡El tenis vive, viva el tenis!