Para Juan Villoro, “la gran novela” de la pandemia no la escribirá ninguno de sus contemporáneos, sino “quien ahora tiene seis años y recordará con más fuerza que nosotros lo que se perdió en ese tiempo”.
Con este presagio inició la mesa “La creatividad durante la pandemia”, que cerró el 6 Encuentro Libertad por el Saber. La pandemia: retos y oportunidades, organizado por El Colegio Nacional bajo la coordinación de Antonio Lazcano.
El encuentro reunió a Juan Villoro, la compositora Gabriela Ortiz, la dramaturga Bárbara Colio, el artista visual Carlos Amorales y la cineasta Natalia Beristain con el pretexto de compartir cómo afectó el encierro impuesto por la crisis sanitaria en su proceso creativo y los desafíos que significó adaptarse a la nueva normalidad.
En su participación, Juan Villoro recordó que el escritor Daniel Defoe tenía cinco años cuando la peste arrasó con la mitad de la población de Inglaterra en el siglo XVII y el olor a vinagre, utilizado para desinfectar monedas, dejó una huella en su infancia, “eso lo atesoró de tal manera que décadas después escribió el mejor libro de ese momento: El diario del año de la peste”.
El autor de El Libro Salvaje aseguró que si sobrevivimos al tedio del confinamiento y de las tensiones provocadas por la convivencia forzada con los nuestros fue porque encontramos maneras de representar la realidad a través de la poesía, el canto e incluso los memes.
Juan Villoro destacó que aunque la importancia de la cultura quedó manifiesta durante esta situación, cuando los gobiernos hablan de superar la crisis se refieren a modificaciones económicas que perjudican los presupuestos destinados a este rubro.
En tanto, la galardonada con el Premio Nacional de Artes en 2016, Gabriela Ortiz, reconoció que la pandemia no afectó su proceso creativo, prueba de ello fue su composición para dúo Atlas-Pumas escrita en este periodo, pero sí impactó a la hora de la interpretación.
La tecnología, dijo, fue clave para superar estas limitaciones encontrando un nicho en las plataformas digitales. Tal fue el caso de la directora Alondra de la Parra, quien con su Orquesta imposible, convocó a músicos de agrupaciones reconocidas para, mediante grabaciones en video, ejecutar Danzón 2, de Arturo Márquez.
“El arte debe replantearse”
Al igual que Villoro, Bárbara Colio, directora y dramaturga, acusó que el gobierno sigue ahorcando los precarios sistemas de financiación a la cultura y por ignorancia los recorta, desprecia y “convierte en estadísticas de uso”.
Sostuvo que la creatividad es como el agua, “siempre encuentra la manera de abrirse paso” y aunque en el teatro se necesita de un tiempo y espacio compartidos halló también el modo de compensar las restricciones por la crisis sanitaria.
“Creo en la biología de la creación, el teatro definitivamente es un organismo vivo, cuando una de las partes del cuerpo humano es dañada o extirpada, éste de inmediato compensa, cubre las funciones de la parte afectada, se adapta y sobrevive, así funciona la sociedad, la vida, el arte, son organismos vivos”, agregó.
Una vez superados el miedo y la falta de certezas, consideró necesario que el arte escénico se replanteé su naturaleza y preguntarse “¿cómo habitar de nuevo el teatro después de su prohibición?, ¿qué secuelas deja?, ¿qué tanto afecta su diseño, su creación?, porque no sólo es un asunto de la puesta física, sino que han mutado las relaciones humanas, ¿volveremos a vernos cara a cara?, ¿qué nos puede hacer colisionar ahora?”.
Carlos Amorales, artista plástico y videoasta, narró cómo pasó del miedo a enfermarse a adecuar su estudio como fábrica de cubrebocas, asociarse con una ONG y repartir cerca de 30 mil mascarillas entre trabajadores informales.
Durante su confinamiento, Amorales trabajó en collages con recortes de papel que tenía en su estudio, organizó un ciclo de conversaciones en soporte digital con otros artistas llamada Fuera de la burbuja para reflexionar sobre arte, política, tecnología y activismo.
La pandemia tampoco le impidió a Natalia Beristain, directora de cine y autora de Los adioses, para hacer el cortometraje Espacios, “proceso que fue absolutamente liberador, me lleva a cómo pasar del miedo al impulso creativo a regresar a la idea de lo colectivo”.
“Cuando vas a una sala oscura ése es el proceso colectivo del cine, cuando lo vives, lo sientes como los demás espectadores están viendo en la pantalla la película».
«La parte vital del cine es ese proceso creativo, es decir, no importa el resultado, no importa si vas a un festival, te aplauden mucho, ganas premios, vendes muchos boletos. El corto Espacios me regresó a esa sensación del gozo de lo que uno está haciendo”, mencionó.
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Si pudimos soportar la depresión fue en buena medida porque encontramos maneras de representar la realidad. Ese mundo de la representación es la cultura, eso nos salvó: Juan Villoro.
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— El Colegio Nacional (@ColegioNal_mx) October 23, 2021