Un tema frecuente abordado en las esferas del arte y el feminismo es la perspectiva de género, la brecha entre los artistas hombres y mujeres, y la forma como ellas, a lo largo de la historia del arte, han sido invisibilizadas. Pintoras y escultoras han desaparecido de los anales del arte y de las salas de exposición sistemáticamente.
Y aunque en años recientes pareciera avanzarse en propuestas de solución, éstas se han centrado en una élite: mientras los grandes museos empiezan poco a poco a incorporar directivas a sus consejos y abren más exposiciones de mujeres, las trabajadoras de estos recintos no son tomadas en cuenta.
Semíramis González (Gijón, 1988) es comisaria de exposiciones, gestora cultural, historiadora del arte y feminista. Ella lo pone en claro al decir:
“Desde el feminismo reivindicamos que las mujeres tienen que llegar a todas partes; que la que quiera dirigir el MoMA dirija el MoMA y la que quiera ser presidenta lo sea. Pero para que una sea presidenta, alguien tiene que limpiar también el suelo de la presidencia. El caso más evidente se está viendo en el último año con el MACBA y el Guggenheim, con las manifestaciones de las personas que limpian el museo por las condiciones absolutamente miserables en las que trabajan.”
A fin de año pasado, llevaba poco más de 200 días de huelga la plantilla de limpieza del Museo Guggenheim de Bilbao. Y es que no podemos dejar de lado que, si bien no tienen que ser estrictamente mujeres las que limpian, en una sociedad machista y desigual, lo más probable es que ellas lo sean.
“Estamos luchando por mejorar nuestras condiciones laborales, que son precarias. Cargas laborales que aumentaron en el año 2020 a causa de la pandemia. Bajas que no se cubren y jornadas parciales con las que no llegamos a fin de mes”, explicó una de las limpiadoras en lucha.
Los detractores de la causa feminista podrían descalificar esta situación como un mero conflicto laboral. Pero esto va más allá. “Estamos luchando por mejorar nuestras condiciones laborales, que son precarias. Cargas laborales que aumentaron en el año 2020 a causa de la pandemia. Bajas que no se cubren y jornadas parciales con las que no llegamos a fin de mes”.
Aquí no hablamos de romper techos de cristal, a diferencia de las batallas de la élite artística. Aquí es una lucha por sobrevivir. Por salir de un pozo, no por alcanzar la cima.
Y es justamente donde una mirada interseccional en la parte laboral del arte es necesaria. Si bien el modelo neoliberal y patriarcal ha perpetuado la desigualdad y la discriminación, no podemos permitir que sean las mismas mujeres las que ahonden estas injusticias.
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Sobre todo nos ha encantado descubrir la figura de la restauradora de arte soviética de origen palestino Lamia Antonova. pic.twitter.com/oIkNRoAJHv— Semíramis González (@semiramis_glez) January 16, 2022