La construcción de la realidad

‘Un verdor terrible’ no es un libro fácil de clasificar; por suerte, no hace falta
genero

Mucho tiene de llamativa la genialidad. Hemos inundado de estereotipos la figura del genio: ese sujeto atormentado que no tiene cabida en el mundo toda vez que busca modelarlo a sus propias comprensiones. Ya sea desde los arrebatos de lo artístico o desde las obsesiones de la ciencia, estos personajes no luchan tanto por encajar dentro de los moldes existentes, sino por modificarlos, de manera tal que, al hacerlo, cambie la concepción misma de la realidad.

El atractivo que genera dicha genialidad ha tenido un apogeo en las últimas décadas. Al parecer, la idea de alguien superdotado, capaz de entender o de hacer algo que nadie más, sirve como un buen alimento ficcional para aquellos que nos hemos descubierto normales, si es que el adjetivo tiene fronteras claras. Si la literatura nos presentó historias de este tipo, los medios audiovisuales han potenciado la oferta en los años más recientes. Baste pensar en los amigos genios que viven en un departamento en California y que, por supuesto, son vecinos de la chica linda; en el doctor que es capaz de diagnosticar sin fallo, pero resulta inoperante a la hora de consolidar relaciones significativas con otras personas; del pintor que, en medio de arrebatos catárticos, no se conforma con destruir lienzos, sino con asesinar a quien se le atraviese en medio del rapto creativo.

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Todas esas historias parten, claramente, de prejuicios y de una concepción más o menos acertada de la forma en que trabajan estas mentes prodigiosas.

Benjamín Labatut
Un verdor terrible de Benjamín Labatut. Anagrama, 2020

Benjamín Labatut (Rotterdam, 1980) ha dado un paso más allá. Si intentara definir Un verdor terrible me quedaría a medio camino entre varios géneros. Es, a un tiempo, un libro que contiene un puñado de biografías ficcionalizadas de algunos notables científicos del siglo XX. También podría leerse como una sucesión de relatos basados en personajes reales, de crónicas de pensamiento, de viñetas o retratos ensayísticos en torno a ciertos descubrimientos científicos. Todo eso es cierto.

Benjamín Labatut
El escritor Benjamín Labatut

Opto, entonces, por el hilo conductor para intentar darle un sentido al libro. Cada uno de los textos los protagoniza uno o varios de los científicos más importantes del siglo pasado. Su peculiaridad es que buscaban nuevos caminos para definir la realidad. Recordemos que la física de partículas, el mundo de lo cuántico, se estaba descubriendo en ese entonces. Y el descubrimiento no era menor: implicaba cambiar la manera en la que comprendemos el universo. En otras palabras, la búsqueda científica tenía mucho de epistémica. Para llevarla a cabo, se precisaban mentes muy peculiares.

Es ahí donde entra el mayor acierto de Benjamín Labatut. No se ocupa de explicar a cabalidad los pormenores de esa ciencia tan compleja (aunque las aproximaciones que hace son bastante claras), sino de descubrir el mundo de estos genios. Para lograrlo, lo primero que hace es convertirlos en personajes. Los ficcionaliza. Él mismo lo confiesa en el epílogo: hay mucho de ficción en los relatos. Eso no significa que sea sencillo. Todos los que hemos escrito algo ficticio sabemos de la importancia de la verosimilitud.

Benjamín Labatut encontró algunas grietas en las biografías de estos personajes y decidió trabajar con lo que se veía a través de ellas. Casi como un artesano que, ante la vista de un edificio completo, se dedicara a contar los avatares de su construcción. Es en ese trance donde nos topamos con la genialidad de unos, las manías de otros, el temperamento de unos más e, incluso, la maldad creadora. Más que sobre las ideas en concreto, Un verdor terrible trata del origen de las mismas, cómo éstas surgen de mentes brillantes y atormentadas a un tiempo.

El resultado es cautivador. De entrada, sobra decirlo, porque los personajes lo son, ya he dicho que la genialidad tiene sus atractivos. También porque las explicaciones son suficientes y no resultan engorrosas; si hasta se puede aprender bastante de la lectura. Lo siguiente es que las historias están escritas con mucha solvencia: hay intriga, drama, personajes que evolucionan tras enfrentarse a un problema… en fin, los elementos que perseguimos los lectores de aventuras. Y, sobre todo, porque Labatut logró ampliar bien esa grieta que se ensancha para mostrarnos una realidad alterna. Esta vez, no la que contrapone a la mecánica clásica con la cuántica, sino a la que enfrenta a la verdad con la verosimilitud (en una de ésas, un problema parecido).

Un verdor terrible no es un libro fácil de clasificar. Por suerte, no hace falta. Es, en cambio, un libro de gozosa lectura, de esos que aportan más cosas de las que uno espera. Un poco como los temas que trata, que no se sabe, bien a bien, hasta dónde podrán llevarnos.

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