Se llegó la fecha del año en la que el esnob literario pulula en las redes. Pues ningún otro premio como el Nobel de Literatura genera la petulancia en el metaverso.
Cada año, conocedores y aficionados comienzan apuestas. Sin duda es una actividad popular, pues casas en la materia se convierten incluso en punto central desde semanas antes. En el caso del galardonado de este año, el noruego Jon Fosse —cuyas novelas abordan temas como el envejecimiento–, en 2013 las casas de apuestas británicas incluso suspendieron de forma temporal las operaciones sobre el premio luego de recibir una avalancha de pronósticos sobre su victoria, aunque el galardón no llegó sino 10 años después.
Fosse es un reconocido dramaturgo con cada vez más público en el habla inglesa. “Prolífico escritor que ha publicado alrededor de 40 obras de teatro, además de novelas, poesía, ensayos, libros para niños y trabajos de traducción, ha sido admirado desde hace mucho tiempo por su lenguaje directo y trascendente, así como por su experimentación formal”, es como ha sido descrito por el New York Times. Lo que llama la atención no es el interés de literatos y asiduos a la lectura, sino la serie de publicaciones en redes que se vuelcan a demostrar que conocen al galardonado anual sin ni siquiera haberlo leído una línea con anterioridad.
Esto no es nuevo en el mundo del arte, sino sólo mas visible con las redes. El arte históricamente ha sido considerado un elemento elitista. A pesar de ser “lo social en el hombre”, tal parece que sólo aplica para ciertos hombres. Como sociedad “el elitismo del arte viene a ser justificado aquí en tanto que este condicionamiento del proceso de decodificación del arte selecciona a sus receptores y exige de ellos una competencia específica, que como puede observarse no implica saber en el sentido de la información solamente, sino en el sentido de una disposición estructurada y estructurante que puede denominarse habilidad” (Romeu, 2005).
Por lo cual, esos miles que desesperadamente tuitean o publican en redes lo felices que se encuentran porque algún autor haya conseguido la presea, en muchos de los casos los motiva el pertenecer, el demostrar poseer la habilidad para entender el arte. No por ser juzgados como virtuosos del mundo sensible, sino merecedores del reconocimiento de un sector de la sociedad.
Nos olvidamos que el consumo del arte es algo inherente al ser. Que proviene de nosotros y es para nosotros. Que no sólo las élites son las que se comunican entre ellos. Que haciendo honor a Fosse, es hora de dar voz… a lo desconocido.
El Premio Nobel de Literatura 2023 ha sido concedido a Jon Fosse, un novelista y dramaturgo noruego de 64 años, cuya conversión al catolicismo ha dejado una profunda huella en sus obras.
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