Michael Sledge Michael Sledge Notas desde la revolución, segunda parte

El consentido de Papalutla

La comunidad del Valle de Oaxaca es conocida por sus numerosas bandas musicales y sus tejedores de carrizo, un tipo de caña que recubre los cauces de los ríos

En el pueblo de Santa Cruz Papalutla, Raquel le dio la bienvenida a nuestro grupo con un almuerzo a la sombra de los árboles de su patio. Papalutla, una comunidad agrícola del Valle de Oaxaca, es conocida por sus numerosas bandas musicales y sus tejedores de carrizo, un tipo de caña que recubre los cauces de los ríos en todo México.

Habíamos venido a ver trabajar a los maestros y mis alumnos estaban nerviosos, porque no hablaban español y no querían ofender a sus anfitriones, pero Raquel y sus hijos no tardaron en hacerlos entrar en confianza.

La artesanía suele ser un asunto de familia, aunque una de las hijas de Raquel prefería trabajar en la oficina local de Pemex y otra aún era estudiante. Le tocó a su hermano, cuyas mechas rubias en el pelo le habían valido el apodo de El Güero, continuar con la tradición.consentido Santa Papalutla Oaxaca tejedores carrizo

Nuestra bucólica comida se vio interrumpida por el estruendo de un altavoz colocado en una torre en el patio del vecino. El ruido era ensordecedor.

El Güero nos explicó que era un servicio privado de mensajería. Se podía pagar para anunciar la venta de ajos o alertar a la población sobre un burro perdido.

“Te acostumbras”, añadió su hermana, con una expresión que decía que no realmente.

Raquel nos condujo al cauce del río con un elegante bolso rojo bajo el brazo. Observando un rodal de carrizo, hizo un gesto con la cabeza al Güero, que se adelantó con un cuchillo. De vuelta a casa, cada alumno llevaba cinco o seis trozos de carrizo tan triunfalmente como si hubieran descubierto un tesoro enterrado.

El Güero demostró que el primer paso consistía en preparar la caña calentándola al fuego para ablandarla. Las cualidades deseables del carrizo –su resistencia y durabilidad– son las mismas que lo convierten en un material humilde, poco elegante y, por tanto, infravalorado.

Sin embargo, el proceso de tejer implica una gran destreza. Los estudiantes habían viajado desde otros países para intentar ayudar a esta familia a vender más y mejor, creando productos que tuvieran un mayor valor a los ojos del consumidor.

De repente, El Güero soltó su carrizo y Raquel se guardó el bolso rojo bajo el brazo. “Vamos a una fiesta”, anunció, “¿quieren venir?”.consentido Santa Papalutla Oaxaca tejedores carrizo

Los alumnos se volvieron hacia mí, confundidos. “¿No estábamos empezando?”, susurró uno, pero parte de lo que yo quería que entendieran era que el sustento de un artesano suele ser secundario frente a otras obligaciones familiares, económicas y, a menudo, también sociales.

Así que les dije: “Vamos a una fiesta”.

Podíamos oír la música antes de llegar. Los estudiantes recibían vasos de mezcal en la mano al cruzar la puerta. La escena era muy animada, con gente bailando y riendo, o bien sentada delante de platos rebosantes de comida.

“Es el cumpleaños del consentido”, nos dijo Raquel, señalando al fondo del patio, donde había un puñado de niños reunidos en torno a un payaso. “Hoy cumple siete años”.

Los estudiantes estaban ansiosos por volver al trabajo, pero para cuando volvimos de la fiesta, la hija mayor se había ido a Pemex en moto, la pequeña tenía tarea, El Güero tenía un pendiente que atender y Raquel se puso a preparar la cena.

Llegamos temprano a la mañana siguiente para empezar el día, sólo para descubrir que durante la noche la familia había terminado de calentar el carrizo y lo había dejado listo para el siguiente paso. Un segundo hermano, llamado Lander, acababa de llegar a casa de un concierto con su banda en Hidalgo, y empezó a mostrar cómo cortar tiras de carrizo del tallo principal.consentido Santa Papalutla Oaxaca tejedores carrizo

Trabajaba rápidamente, con una habilidad increíble, utilizando no sólo las dos manos, sino también los dedos de los pies. Era obvio que él era la verdadera estrella de la familia. Poseía un dominio tan natural del material que resultaba difícil creer que su corazón estuviera en otra parte, en la música.

“¿Te contó que toca en un grupo famoso?”, me preguntó su hermana.

“Se llama Tierra Mojada”, nos dijo Lander, con orgullo.

“¿No querrás decir lodo?”. Los hermanos rieron con un gesto afectuoso.

En un repentino bullicio de actividad, la familia se puso en pie de un salto y abandonaron el carrizo. “Nos vamos a la fiesta del consentido”, dijo Raquel.

Los alumnos me miraron, confundidos.

“¡Es el recalentado!”, dijo El Güero.

La fiesta era aún más animada que la del día anterior: un jolgorio de baile, bebida y coqueteo. Al centro estaba el consentido, vestido con un traje azul cielo de vaquero y con una pistola de plástico en cada mano. En poco tiempo, los ciudadanos de Papalutla lograron reunir a los estudiantes en la pista de baile. Se las arreglaron para comunicarse perfectamente sin palabras en común.consentido Santa Papalutla Oaxaca tejedores carrizo

Más tarde, de vuelta en casa de nuestros anfitriones, algunos de los estudiantes intentaron tejer con los dos hermanos, otros ayudaron a Raquel en la cocina y otro se sentó con la hija menor a repasar su trabajo escolar. Me tumbé en un banco y miré hacia las grandes ramas arqueadas de los árboles, mientras las gallinas rascaban en la tierra, los pavos cacareaban y una cabra balaba cerca.

El sol de la tarde proyectaba suaves sombras sobre la escena. De pronto el altavoz emitió un anuncio de las naranjas de doña Susana, pero ni siquiera eso perturbó mi profunda sensación de paz y satisfacción.

“Me encanta todo”, me oí decir.

El consentido de Papalutla, una traducción de Isabel Zapata

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