U2 UV, el metaverso y la experiencia inmersiva

El cuarteto irlandés vuelve a la Esfera de Las Vegas para sacudir los sentidos de 18 mil espectadores con una exhibición hipnótica de rock, iluminación y portales
La gira de U2 en Las Vegas, una experiencia inmersiva. Foto: Ligia Urroz.
La gira de U2 en Las Vegas, una experiencia inmersiva. Foto: Ligia Urroz.

Las Vegas. El sábado 14 de octubre a las 20:30 U2 tocó por octava vez en la Esfera (Sphere) de Las Vegas, Nevada. La Esfera es una sala de conciertos donde la luz, el sonido y los gráficos alborotan los sentidos. Construida con precisión matemática —donde casi cada ecuación nos lleva a Pi—, cuenta con un sistema de audio superavanzado: 164 mil bocinas colocadas detrás de los páneles que conforman la pantalla de LED —la bóveda celeste del lugar— logran vibraciones de sonido en cada uno de los 18 mil espectadores. La tecnología holplot y los algoritmos mantienen la calidad del audio y el volumen perfecto.

La experiencia inmersiva vuela los sesos, es un discurso novedoso y la mar de potente para llevar gráficos y música y entregarlos a un receptor totalmente hipnotizado. El lugar costó 2.3 billones de dólares —y estoy convencida que le darán la vuelta. Apareció Bono, vestido de cuero y con su rosario al cuello, The Edge con su usual gorra y una chamarra —también de cuero— con estoperoles, Adam con otra chaqueta con brillos y su pelo blanco perfectamente peinado; Larry, con una T-Shirt sin mangas. El público rugió y la banda residente que inauguró La Esfera se entregó por completo.

Bono, líder de U2, durante el concierto en Sphere de Las Vegas. Foto: Ligia Urroz.
Bono, líder de U2, durante el concierto en Sphere de Las Vegas. Foto: Ligia Urroz.

Achtung Baby

El acto I, “Achtung Baby” (parte 1), arrancó con una introducción coral de Brian Eno y dio un atisbo del vértigo que provocarían los gráficos de la inmensa esfera: en “Zoo Station” la bóveda de ladrillos con un ojo en el cénit se abrió permitiendo el paso de la luz “soltando” polvo y mostró ante rostros de asombro las interpretaciones de Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr., habitando cuadros inmensos de luz azul. Nuestros ojos pudieron escoger y mirar con precisión lo que los músicos gozaban y nos entregaron. En “The Fly” y “Real Thing” las proyecciones me comieron los sesos: se pintó el espacio de números y letras de colores y la esfera se convirtió en un cuadrado de tres dimensiones que cerró el espacio y nos comprimió entre notas y sorpresas.

Aparecieron letreros parpadeantes con frases, entre ellas “it´s your world you can change it”, “Elvis has not let the building”. Se expandieron por las paredes infinidad de colores, objetos y personajes barrocos que me recordaron el arte tailandés. En “Mysterious Ways” la atención se focalizó en la banda y se replicó su imagen con colores primarios y giratorios. Iniciaron los primeros acordes de “One” y The Edge se decantó por la guitarra acústica, fue un momento de paz bajo un fondo oscuro que se fue iluminando como cuando aterrizamos de noche en una gran ciudad. El escenario era un tornamesa que giraba y cambiaba de colores y cuando sonó “Until The End of The World”, el tocadiscos flotó en aguas revueltas y oscuras que lamían un malecón. Cayeron virutas de fuego y se escuchó “Wild Horses” seguida de “Arms Around the World”.

“Thank you for coming the distance, bringing us to our destination”, dijo Bono, y siguió: “Look where we get to work! Welcome to Sphere. The Sphere gave us sublime technology to deal with, but it only matters if we get close to the music and close to you”.

 

SOS

El acto II, SOS, dio inicio con “All I Want is You” y “Desire” sonó en acústico acompañado de la armónica de Bono y las voces en armonía de Edge. El cantante contó que “Still Haven’t Found” es una canción inspirada en la poesía de Allen Ginsberg y después entróLove Rescue Me”.

El acto III, “Achtung Baby” (parte 2), inició con “So Cruel” y La Esfera se convirtió en un ojo, nosotros, dentro del iris. Cayeron rayos de luz de la pupila y rugió “Acrobat”. Se coló “My Way” y Bono gritó “We did it our way!”. En La Esfera se proyectaba una ciudad de Las Vegas iluminada y repleta de colores, como si en vez de estar en una sala de conciertos miráramos desde nuestra suite en algún piso de altura la Strip. El “mood” Sinatra se metió a “Love is Blindness”.

En el acto IV, los encores iniciaron con “Elevation” y “Atomic City”. A partir de “Vértigo” la esfera se cubrió de insectos que se posaron en ella oscureciendo un cielo de azul cobalto. La guitarra de Edge anunció un amanecer rosado que se tornó brillante y amarillo, el sol se desplazó mientras “Where the Streets Have no Name” puso a cantar a los 18 mil espectadores. Una bandera de vapor blanco fue testigo del amanecer desértico y del viaje del sol hacia la noche. En nuestras cabezas, con una claridad brutal, apareció la Vía Láctea, un momento en el que perdí la noción del cómo y del dónde. En “With or Without You” resbalamos por una espiral que terminó siendo un lienzo de animales. El concierto cerró con “Beautiful Day” y otro cielo cubierto de mariposas, insectos, peces y pájaros de colores.

La gira de U2 en Las Vegas, una experiencia inmersiva. Foto: Ligia Urroz.
La gira de U2 en Las Vegas, una experiencia inmersiva. Foto: Ligia Urroz.

 

El metaverso

Si así es el metaverso no habrá manera de salir de él. En la Esfera los conciertos alcanzan otro nivel: una experiencia sensorial única donde vuela no sólo el cuerpo, sino la mente. Es alucinante viajar por lugares, texturas, sensaciones, amaneceres, vías lácteas. El espectáculo U2 UV es un recorrido que abre y cierra portales y me provocó lágrimas de asombros, niños y exclamaciones de ¿cómo es esto posible? Celebro la fortuna de encontrar fascinación y conmoción a estas alturas de la vida.

El show me robó el aliento —y sólo pude recuperarlo un par de horas después con un tinto en los labios.

 

 

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