Lila Downs convocó a casi 10 mil almas al Mictlán, en su concierto de Día de Muertos en el Auditorio Nacional, donde pasó de una oración con que pidió permiso a los difuntos para celebrarlos al carnaval.
La vida es así, “con sus tristezas, que también son necesarias”, dijo la cantante y compositora mixteca, quien también dedicó la presentación a mujeres desaparecidas y a muertos por la violencia en México.
Desde mucho antes de la hora pactada para la presentación, las 19 horas, las almas colmaron el domingo el centro de espectáculos de Reforma y Campo Marte, muchas con disfraces de catrinas, calacas con vestidos tradicionales juchitecos o de plano perdidas en la yuxtaposición del Halloween.

La conmemoración del Día de Muertos este 1 y 2 de noviembre, que desde la filmación de la película de la serie James Bond 007: Spectrum en 2015 autoridades, empresarios, turistas y capitalinos maquillaron de fiesta más parecida al mardi gras de Nuevo Orleans, arropó dos horas de música mexicana en voz de una de sus mayores intérpretes, que tuvo de invitadas a Majo Aguilar y Alicia Villarreal, además de bailarines de una compañía de danzas tradicionales de su natal tierra oaxaqueña.
Después de una banda de metales que abrió el espectáculo, que duró poquito más de dos horas, al fondo del escenario se abrió la imagen de la escalinata de un templo prehispánico, mientras la decena de músicos de Lila Downs se instalaban con sus instrumentos, a punto de dar comienzo con la ceremonia.
Y apareció la cantante, fantasmal, en medio de la oscuridad, más que como sacerdotisa, como la misma Niña Blanca, toda vestida de pureza, con un faldón abierto y botas de pelambre del rojo más sangriento, para cruzar ante el altar de siete pisos con velas, cráneos y fotos de sus difuntos: un tzompantli azteca.
“Mujer, cuando mires al cielo no quiero que estés triste. Aquí estaré con nuestro padre, buena luz te daré…”, cantaba Lila Downs en náhuatl mientras a sus espaldas se desplegaban en una pantalla sobre el templo virtual, los versos en su voz, Icnocuícatl, en versión bilingüe, en español y náhuatl, una oración.
“Venimos esta noche a pedir un permiso para cantarles a los fieles difuntos, para ofrendar para ellas, para ellos, todas esas palabras, ideas y herencia que nosotros cargamos aquí en nuestros corazones, en nuestro pensamiento, en nuestro andar, así empezamos con Icnocuicatl para una buena luz hacia todos nosotros que nos mandan nuestros seres sagrados en este día”, arrancó la cantante de Tlaxiaco, Oaxaca.
Cantó luego “Tortolita”, hizo un “Conjuro”, sacó el “Humito de copal” y se trenzó con “La Martianita”: “Niña, cuando yo muera, no llores sobre mi tumba, cántame un lindo son, cántame una sandunga…”, para después ponerse el sombrero norteño e invitar al escenario a Majo Aguilar con “Dos corazones”.

Lila Downs rinde homenaje a Paquita la del Barrio
No fue la única norteña que invitó, para unir a los dos México, el del sur de tradiciones ancestrales, y el del norte, el más moderno. A mitad de la misa de difuntos de 22 canciones/oraciones, Lila Downs cambió el blanco por el verde en su vestuario e invitó a Alicia Villarreal a compartir el escenario, para rendir homenaje juntas a la colega Paquita la del Barrio, fallecida el pasado 17 de febrero en Xalapa.
Entonaron “Maldita billetera” en una sola voz que unió en su canto a Oaxaca, Nuevo León y Veracruz.
“Son de difuntos”, “El beso”, La pochota”, con que Lila Downs anunció un nuevo álbum mientras se ofrendaba al árbol sagrado de la ceiba, “cuyo macho tiene muchas espinas y cuya hembra una panzota”.
Después del dúo con Villarreal, Lila Downs salió a dar el último suspiro del concierto con lo mejor del repertorio: “La Llorona” puso a medio Auditorio a cantar y al otro medio a temblar de luto. No podía faltar José Alfredo Jiménez y la oaxaqueña se arrancó “otra vez a beber con extraños y a brindar por los mismos amores” al interpretar ese himno a la triste soledad ante esas 10 mil almas: “El último trago”.
“Es un poco una denuncia, pero también es un homenaje porque debemos tanto a mujeres en nuestro México que se encuentran desprotegidas, por las mujeres y sus ausencias, que siguen en su lucha a pesar de todo lo que niega esta realidad, tenemos que dignificar a las que pelean por sus mujeres. A las mujeres desaparecidas a ellas que siguen aquí en nuestro pecho, hoy que vuelven a vivir”, expuso Lila previo a su tercer bloque de canciones, y exhibía el tatuaje en su antebrazo con la palabra: “Respeto”.
Varias veces Lila Downs se mezcló con el público para cantar abajo del escenario sus temas, incluso los bailarines con sus trajes y disfraces tradicionales se unieron en varias ocasiones a la masa entre la que de cuando en cuando se escuchaba el grito de: “Te amo, Lila”. Y Lila respondía: “Yo también los amo”.
Ya era imposible parar la fiesta. Porque lo que empieza en México en los panteones termina en la fiesta.
Salieron las mojigangas para el resto de los temas: la primera, la de Emiliano Zapata para que Lila cantara “Zapata se queda” y pusiera hasta a los fantasmas a cantar y bailar en fandango monumental.
“Son las 3 de la mañana,
dicen: Qué pena, un santito,
Bajito yo oigo que dice:
Camínale despacito, ay, mamá,
Camínale despacito,
mi sueño me dice: No vayas,
mis piernas me dicen: Tantito.
Y cuando ya me doy cuenta, caramba,
me muevo poco a poquito, ay, mamá,
me muevo poco a poquito.
Serás tú, Zapata,
el que escucho aquí,
con tu luz perpetua, que en tus ojos vi…”
Con “La cumbia del mole” no sólo salió otra vez el acordeón para recordar también a Celso Piña, con quien Lila Downs había hecho una versión de “Zapata se queda”, también reaparecieron Majo Aguilar, Alicia Villarreal y hasta se coló disfrazada de Maléfica la espectacular Mariana Seoane, sentada en primera fila, después de que su comadre Lila le mandara saludos y la identificara pese al maquillaje.
Y con una sola voz, las cuatro artistas cantaron “Cariñito” mientras en las butacas aparecían más calacas bailadoras, que coreaban al unísono: “Lloro por quererte, por amarte, por desearte. Lloro por quererte, por amarte, por desearte. Ay, cariño, ay, mi vida. Nunca, pero nunca, me abandones, Cariñito”.
Y cuando parecía que era el fin, el ciclo reinicio, el renacimiento, vida y muerte juntas: Lila Downs regresó y sacó “La cruz de olvido” del olvido en el que nunca ha estado, los bailarines con trajes de fiestas patronales asaltaron el escenario con “Viene la muerte” y ya todo terminó con un “Mezcalito”.
#GotaGotaGotitadeMezcal 🩶 en #MichelinStar2025 @MichelinGuideIN pic.twitter.com/yILONVGY48
— Lila Downs (@liladowns) February 26, 2025
