Mir Suárez de la Vega

Esa no era una caja o la otra versión del mito de Pandora

Fue creada con los mejores encantos que los dioses podían otorgarle, aunque de fondo fue concebida como una condena

El mito de Pandora apareció primeramente en Los trabajos y los días de Hesíodo, en esta obra el poeta describió a quien se recuerda hasta hoy como la primera mujer provocadora de todos los males, o así nos fue legada la historia sin cuestionamiento alguno. No obstante, resulta necesario ampliar el relato y volver a Prometeo quien, como es sabido, se atrevió a engañar a Zeus para llevar el fuego a los humanos. El rey de los dioses del Olimpo, caracterizado por su ferviente cólera, planeó un duro castigo ante la burla de aquel; por ello pidió a Hefesto modelar una bella mujer a quien Atenea vistió y enseñó a tejer, mientras Afrodita le entregó prestancia y poder de seducción, Hermes la benefició con una mente elocuente y un carácter voluble. De manera que Pandora fue creada con los mejores encantos que los dioses podían otorgarle, aunque de fondo fue concebida como condena, es decir, una fuerza seductora o el primer bello mal con quien el hombre alegraría el corazón y abrazaría su propia desgracia.

Zeus envió a Pandora como un castigo.
Zeus envió a Pandora como un castigo.

Para cumplir su destino, Zeus la envió acompañada de una (supuesta) caja como regalo a Epimeteo, el hermano de Prometeo, quien previamente le advirtió sobre no aceptar ningún obsequio de los dioses. La deslumbrante belleza de Pandora hizo flaquear al hombre que la volvió su compañera. En aquel entonces, los seres humanos gozaban una Edad de Oro en la que no había enfermedades ni fatigas: “las generaciones de hombres vivían sobre la tierra exentas de males, del rudo trabajo y de las enfermedades crueles que acarrean la muerte.” Sin embargo, la curiosidad de Pandora la hizo abrir la famosa caja y dejó escapar todos los males de la humanidad. Así pasó el mito de generación en generación con una mujer enarbolada en un principio destructivo.

Ahora me cuestiono: ¿Así es de simple? ¿el mito explica con claridad qué contenía la caja? ¿era una caja? ¿lo de Pandora fue simple curiosidad? Luego de buscar respuestas en diversos estudios, es posible afirmar: No, no es tan sencillo; el mito hesiódico resulta ambiguo, pues el poeta nunca especifica qué es exactamente lo que escapa de la vasija o tinaja, pero sí aclara que es la esperanza lo que jamás brota de ella. Tampoco era una caja, sucede que la palabra fue traducida así por el filósofo y filólogo Erasmo de Rotterdam, quien con esta decisión despojó al mito de un sentido femenino simbólico, en tanto, las palabras jarra, tinaja o vasija poseen posibilidades de asociación con el útero y el principio de la vida: “El carácter elemental de lo femenino se experimenta plenamente en este simbolismo. Es la vasija la que sostiene, preserva, guarda y transforma. Si se consideran un momento las funciones femeninas de parir, alimentar, proteger, arropar, se comprende además por qué lo femenino ocupa una posición central en el simbolismo humano y por qué desde los orígenes sostiene en sí su carácter de grandeza”.

Con un tratamiento diferente a la traducción renacentista del mito, hacia principios del siglo XX el escritor español Miguel de Unamuno publicó el soneto “La tinaja de Pandora”, donde afianza la idea de una mujer dadora, más aún, en busca de la sabiduría:

 

No aun al mundo la segunda aurora

vierte en rosas envuelto su rocío

y nuestra madre ya, pobre Pandora,

pagando su hambre de saber, vacío

ve en sus manos el vaso que atesora

de la vida el secreto, y de él, el río

de los males brotar. Y mientras llora

la ceguera fatal de su albedrío

y el loco anhelo de su pecho inquieto

de su ciencia fatal como escurraja

la esperanza le queda, del secreto

consuelo triste que al mortal trabaja

engaño avivador, y es lo concreto

del vacío que guarda la tinaja.

 

La vida como secreto, tal como la entiende el poeta, sintetiza ya no la curiosidad peyorativa, sino la necesidad de conocimiento para sostener la existencia, es decir, un principio hacia la ciencia y la sabiduría. Asimismo, su condición de madre la guía a una connotación de fecundidad gracias a la que es viable valorar a Pandora como divinidad dadora de vida, por tanto, de inmortalidad; entiéndase, no de males y muerte.

Ya Fernando Savater abordó la tragedia griega: “la fatalidad no tiene otro fundamento que la libertad misma, del mismo modo que libre hunde sus raíces en lo único que puede ser considerado sin restricción alguna como fatal.” Con base en lo anterior, se concluye que Pandora obra desde el ímpetu por conocer, aunque sin los medios como Eva para saber lo que ocasionaría su decisión, de ahí la fatalidad de su libertad.

La caja de Pandora como principio simbólico de feminidad.
La caja de Pandora como principio simbólico de feminidad.

Este recorrido me guía a reflexionar cuántas cajas hemos normalizado con toda la rigidez de su forma, por qué nos resulta más simple albergar los supuestos, hasta cuándo seremos capaces de aceptar que la de Pandora no era una caja cargada con todos los males de la humanidad, sino una vasija cuyo contenido representa un principio simbólico de vida, de feminidad, de sabiduría más aun, de esperanza.

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