fotógrafo Enrique Metinides septiembre 1985 temblor

Metinides: «cuando rememoré lo que viví, me puse a llorar en el hombro de un comandante»

A 40 años del terremoto del 19 de septiembre de 1985, recordamos las historias que vivió el decano de la fotografía policíaca ese jueves negro

Muchas de las historias de terror que vivieron los capitalinos hace 40 años, durante el terremoto del 19 de septiembre de 1985, calaron hondo en la mente del fotógrafo Enrique Metinides (1934-2022), quien en sus más de 50 años atestiguando los acontecimientos más trágicos del país, nunca antes había visto el dolor humano tan a flor de piel.

En entrevista, “El niño” de la roja rememoró algunas de las experiencias que vivió aquel jueves negro, las cuales recordamos hoy a cuatro décadas de la tragedia.

«Yo vivía en Mariano Escobedo y fue el sismo el que me despertó. Imaginé que algo grave había pasado, así que tomé el coche y me fui por todo Escobedo hasta llegar a la avenida Ejército Nacional, donde veía que subían y bajaban muchísimas ambulancias», recordó Metinides, creador del sistema de claves que utilizan los rescatistas.

fotógrafo Enrique Metinides septiembre 1985 temblor
Enrique Metinides. Foto: Juan Carlos Aguilar

Allí, aprovechó su amistad con los paramédicos de la Cruz Roja para subirse a una ambulancia que estaba cargando gasolina; fue ahí que comenzó su dramático itinerario por las áreas más afectadas de la ciudad.

“Ya en la ambulancia empecé a escuchar por radio que había muchísimas víctimas y edificios caídos; entonces entendí que la situación era muy grave. Había un cruzadero de ambulancias, como si estuviéramos en Irak. Venía una y a las dos cuadras otra y luego otra.

“Nosotros nos dirigíamos al Monumento a la Revolución, donde se habían caído dos hoteles. En el camino vimos dos edificios inclinados hacia al frente y el piso lleno de cadáveres; había dos que se quedaron colgados, ya muertos. Yo empecé a tomar las primeras fotografías.

«Dimos vuelta en la calle Ezequiel Montes, donde se había caído un hotel de ocho pisos que se llamaba Presidenciado; después supe que ahí murieron 95 huéspedes y quedaron heridos como otros 15. Tras el colapsó quedó de apenas dos pisos, así que los que se salvaron fueron los de hasta arriba», relató Metinides.

Enrique Metinides: imágenes trágicas

En ese ambiente de tragedia era fácil toparse con la muerte. Como le sucedió cuando, luego de rodear el Monumento a la Revolución, llegó al lugar donde habían caído los dos hoteles reportados:

«Ahí se acababa de aventar una muchacha norteamericana: se aventó desde un quinto piso. Le tomé fotos cuando tenía cinco minutos que se acababa de aventar. También había muchas personas prensadas.

“Luego de ver todo lo que había sucedido, llegó en su coche Jacobo Zabludovsky y me entrevistó. No me creyó cuando le dije: ‘Aquí a la vuelta hay muchísimos muertos’. Me encontró en la calle La Fragua y le platiqué eso, pero yo le vi en la cara que no me creyó».Sismo terremoto museo archivo fotografia regis topo

En Insurgentes y Durango entró a un edificio donde vio a un muerto con una pistola en la mano. «Se suicidó. Al no poder salir decidió matarse». Con una memoria puntual, Metinides describe el escenario apocalíptico que observó después, mientras caminaba sobre avenida Juárez: «El edificio del ISSSTE estaba derrumbado; y en el fondo veía enormes columnas de humo. Pronto supe que eran la tienda Salinas y Rocha y el Hotel Regis: estaban ardiendo.

«Era increíble cómo estaba derribado el Hotel Regis, el más famoso de México, lo más aparatoso que había visto en mi vida. Nada más se le veían los letreros dorados y yo me preguntaba:  ‘Cuánta gente no habrá quedado atrapada abajo’. La imagen de aquellos escombros del Hotel Regis es una de las cinco que aún conserva Metinides, luego de que las demás fotografías le fueron confiscadas por el gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988).

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Horas más tarde, Metinides partió hacia los multifamiliares Juárez, que quedaron demolidos.

Sin embargo, «cuando apenas íbamos, nos detuvo la gente porque se había caído una casa. Nos metimos corriendo y los socorristas sacaron a una muchachita como de 15 años que estaba sepultada, pero por fortuna sin ninguna herida. No nos la llevamos porque no le pasó nada. Me acuerdo que la gente nos despidió con un aplauso».Sismo terremoto museo archivo fotografia regis topo

Y es que Metinides -quien a lo largo de toda su carrera cubrió incendios, asesinatos, suicidios, choques e inundaciones- tiene sus intereses muy claros: tomar fotografías y después ayudar a los lesionados; siempre lo hizo así. «Cargaba a los heridos y los ayudaba a subir a la ambulancia. Había lugares en donde sobraba la fotografía, que es en donde yo más ayudaba. Inclusive a muchos niños que se estaban muriendo yo les daba respiración de boca a boca».

En el multifamiliar Juárez las ruinas se repetían hasta el infinito. «Ahí los edificios se cayeron como dominó; se quedaron todos en fila pero tirados». Lo mismo sucedió con el Hotel del Prado y otras construcciones circundantes al Centro Histórico, como las que había en San Juan de Letrán: «Ahí era la guerra, parecía que habían bombardeado: había puros edificios tirados».

“Mujeres y niños ayudaban a sacar personas”

En medio de los escombros y el pánico de los supervivientes, las labores de rescate no se hicieron esperar. Sobre esto, señaló Metinides:

“Faltaban bomberos, pero la misma gente, el pueblo, estaba ayudando. En todos los lugares donde yo llegué, señoras y niños ayudaban a sacar personas, era increíble. Además, prestaban sus autos para llevar a los heridos a los hospitales. Sacándolos del derrumbe, los metían al coche y salían disparados. Había una cantidad de autos por toda la ciudad increíble, no creas que todas eran ambulancias».Sismo terremoto museo archivo fotografia regis topo

Tras relatar su recorrido, Metinides comentó: «Calculo que vi unos tres mil muertos, entre los que estaban recolectando en el forense y los que llevaban a diario al estadio de béisbol de Viaducto y Cuauhtémoc; ahí llegaban camiones con hielo y se los ponían encima. Esas fotos ni las publicaban porque estaban muy dramáticas».

Cuando anochecía y regresó exhausto a la Cruz Roja, donde tomó las últimas fotografías, «estaba platicando lo que yo viví, lo que vivieron otros, y me acuerdo que me puse a llorar en el hombro de un comandante…”.

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